Industria Automotriz MILLONADA

LOS ELÉCTRICOS COSTARÁN UNA FORTUNA INIMAGINABLE!!

09/09/2022. Una fenomenal cantidad de dinero le va a costar a las automotrices hasta el 2026 la transformación de su industria, cambio que podría resultar inclusive peligroso por la sumatoria de la crisis energética y de microchips entre otras...

En la actualidad, la industria automotriz no espera recuperar la normalidad en el flujo de suministro de componentes sino recién para 2024, más allá de que el principal factor que la afecta, la crisis de los microchips, haya comenzado a desaparecer. El impulso que lleva hará que su efecto permanezca todavía varios meses más...

Más allá de la incertidumbre que instaló globalmente el problema, a este se le sumaron, el enfrentamiento ruso-ucraniano y los probables efectos de un nuevo conflicto que se avecina entre China y Taiwán, todos escenarios con industrias automotrices muy dependientes de estas alteraciones y con implicancias mundiales.

La realidad es que la industria avanza hacia un periodo de total incertidumbre y preocupantes perspectivas en el peor momento posible: cuando ya inició el plan estratégico de transición hacia los eléctricos, que podría considerarse el más ambicioso de toda su historia.

Según informó la prestigiosa consultora global AlixPartners (especializada en asesoramiento a empresas en situaciones complejas y/o críticas) las automotrices tienen comprometida una inversión estimada de u$s 526.000 millones hasta 2026. Y las perspectivas no son buenas, ya que según amplió la consultora, si la industria no adopta medidas correctivas, el déficit al término de dicho periodo podría alcanzar u$s 70.000 millones si no se gestiona adecuadamente.


A este negativo panorama hay que sumarle inevitables factores colaterales, como podrían ser, la debilitación de los proveedores, muy afectados por la negativa de los fabricantes de aceptar un aumento de los precios mientras la inflación trepa y el probable resquebrajamiento de todo el esquema organizativo propio de la industria, desde la producción hasta la comercialización.

Lo dicho, la introducción al vehículo eléctrico plantea muchos retos, no sólo tecnológicos, sino también de suministros y costos de materias primas y componentes, especialmente, las baterías, cuya recién iniciada implementación hace que sus costos aun no estén adecuados como para facilitar la reducción de su precio.

Esto, según varios proveedores encuestados, está provocando que muchos hayan comenzado a liquidar o vender negocios relacionados con los vehículos con motor de combustión interna (ICE) en favor de invertir en los eléctricos a batería (BEV).

Un informe de la consultora manifestó que “es posible que se necesiten nuevos modelos de comercialización, incluida la separación de las operaciones de ICE y BEV y la formación de alianzas de ICE, ya que los programas de los ICE están cerca de un punto de inflexión”. Según dicho informe, aún es posible reducir entre un 40 y un 60% el déficit “administrando de manera proactiva la transición".

Sin embargo, la realidad muestra que a pesar del aumento de precios y la inflación, los fabricantes están alcanzando beneficios. Por el momento, los clientes privilegian la necesidad de hacerse con un vehículo antes de que la situación empeore, incluso pagando más por dichas unidades.

Si bien las restricciones de suministro han sido un desafío para los consumidores, impulsando a muchos hacia el mercado de los usados, el estudio concluye que las automotrices han podido aumentar los márgenes de beneficios en los últimos cuatro años.


Al mismo tiempo, los fabricantes han reducido la deuda neta en u$s 103.000 millones, es decir, un 11% y las perspectivas de los analistas indican que es de esperar que esta tendencia continúe, augurando casi una duplicación a corto plazo de las ganancias económicas de la industria para 2023.

Pero este impulso a la rentabilidad a corto plazo, “no es sostenible a largo plazo”, continuó AlixPartners.

A la demanda por inversión para los BEV, la incertidumbre energética, política y financiera, que de momento los fabricantes están sabiendo manejar pero que ya afecta seriamente a sus proveedores, se le unen otros potenciales inconvenientes que podrían alterar los planes de futuro de la industria.

La escasez de chips de la industria puede afectar de manera especialmente violenta a la producción de eléctricos, que requieren más elementos de este tipo que los de combustión y se prevé que la demanda para los BEV crezca un 55% anual, como contraprestación a la reducción de la misma en los vehículos ICE.

Según estudios, el costo-promedio de materia prima por vehículo ICE es de u$s 3.662, mientras que el de vehículos BEV asciende a u$s 8.255 por unidad, disparidad debida en gran medida a los precios del cobalto, níquel y litio, esenciales para la producción de baterías y, para colmo, estos datos suponen ser el doble con respecto a los tiempos pre-pandemia. Panorama aún más sombrío si pensamos en la inflación y la escasez de productos básicos, por más que se espera que los precios se moderen paulatinamente.

Vienen tiempos complicados y las automotrices lo saben. ¿Sabrán y podrán gestionarlos? La transición hacia el vehículo eléctrico en un clima tan complejo como el actual y, sobre todo, como el que parece avecinarse, será un desafío a la altura  de la envergadura del cambio.

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