Casi ningún personaje quedó exento de haber dicho alguna vez algo que el oportunismo y las circunstancias no lo hayan convertido en un clásico.
Desde el “¡mi reino por un caballo…!” de Ricardo III, hasta el mucho más prosaico, pero aquí no menos recordado, “…la pelota, la pelota no se mancha” de Diego Maradona, las frases acuñadas, tuvieron además, esa cuota de creatividad y contundencia que le insuflaron sus propios autores y que las hicieron inolvidables.

Desde el domingo pasado, en el G.P. de Abu Dhabi y mientras punteaba la carrera rumbo a su victoria nº19 en F.1, Kimi Raikkonen entregó una nueva muestra de esa curiosa combinación que, cae como una sentencia sin admitir respuestas.
Su ingeniero de pista estaba mucho más ansioso que el propio Iceman (“hombre de hielo”, uno de los apodos de Kimi) y en rápida sucesión alertaba a su piloto sobre, como debía tratar los neumáticos, que Alonso se le estaba acercando, etc, etc; hasta que llegó el momento culminante en que Raikkonen puso la cuota de coherencia con un tajante, “¡Déjenme tranquilo, sé lo que hago…!”.

Frase poco habitual entre las que escuchamos en cualquier transmisión de F.1, que planteó como reacciona una personalidad muy especial ante una situación límite.
Pero Kimi redobló la apuesta y horas después, y ya haciéndole un guiño a todo el equipo Lotus, les regaló nada menos que 500 remeras con la sentencia estampada, un detalle que pinta de cuerpo entero a este singular Raikkonen que horas antes les había regalado, y se había regalado, la victoria en una de las mejores carreras de F.1 de los últimos tiempos.