Surgió como gran promesa hace una veintena de años, pero fue más recordado por sus dramáticos accidentes.

En el GP de Canadá de 2007, literalmente, su Sauber BMW “estalló” luego de salirse de pista a más de 250 km/h y golpear contra un paredón interior. La loca carrera del auto lo hizo cruzar la pista antes de impactar contra el otro paredón exterior. Cuando se temía lo peor, el monocasco había resistido y Robert Kubica sólo sufrió un esguince de tobillo. El accidente no le hizo cambiar de idea ni su rol (era el primero y único piloto de Polonia en F1). Un año después, su temple lo hizo volver, y ganar en el mismo escenario (el Gilles Villeneuve de Montreal) y en la máxima categoría!

Sin embargo, el 6 de febrero de 2011, Kubica sufriría otra prueba, que logró superar, pero que le cambió la vida. Con 26 años, el polaco seguía siendo uno de los pilotos más prometedores para F1, y cuando se preparaba para afrontar su segunda temporada en la máxima categoría con Renault, tuvo la idea de mantenerse en forma entrenando con un auto de rally en una prueba de menor nivel.  En un tramo de montaña, el auto de Robert impactó directo contra un guardrail que penetró en el auto atravesándolo por completo. El lado derecho del habitáculo casi no tuvo daños, su navegante salió ileso, pero el polaco quedó atrapado por la retorcida plancha metálica más de una hora.

Luego recordaría, “poco de lo que pasó, porque estuve en coma un buen rato. Llegué al hospital con un litro y medio de sangre. La parte derecha de mi cuerpo estaba destrozada. Tuve 42 fracturas y desde mi pie y hasta el codo, todo estaba roto. La primera operación duró 12 horas” (n.d.l.r. los médicos evaluaron seriamente la amputación de su mano derecha). “Perdí toda sensibilidad durante seis o siete meses, apenas me movía. Cuando pude lograrlo fué una tremenda felicidad”.

Sin embargo, el proceso recuperatorio recién comenzaba…

“El brazo derecho, la mano y los tendones quedaron dañados y sin posibilidad de recuperación. No tengo ninguna rotación en el antebrazo. Este movimiento del brazo debo hacerlo en una trayectoria más amplia, porque ahí es donde consigo tener fuerza. Se requiere espacio, que en el cockpit de un F1 es, precisamente, lo que no sobra. Odio decir esto, pero ese día asumí que no era posible seguir", se sinceró. Si tenía alguna duda, un paso desesperado por Williams en 2019 lo convenció que, “el qué apuesta por necesidad, pierde por obligación”. No hubo caso…

Entonces fue el momento de otro tipo de autos, otro tipo de carreras, otros escenarios.

Esto lo llevó a los vehículos tipo Sport, donde al tratarse de un auto con un hábitat bastante más ancho, el tema del espacio no era tan acuciante. Claro la exigencia era diferente, sin embargo, esto no “apaciguó” al polaco. Su temperamento y condiciones volvieron a destacarse…

 En 2021, en su debut en Le Mans, Kubica sufrió uno de esos finales dramáticos que se presentan en la legendaria carrera. Su auto de LMP2 del equipo WRT, con él al comando, se paró en seco en la última vuelta de aquella edición cuando iba rumbo a un triunfo ‘incontrastable’.

Tiempo después llegó la oportunidad de subir de categoría. Acompañado por los siempre entusiastas patrocinantes de su país (Robert seguía siendo el piloto más emblemático de Polonia en automovilismo) fue el momento del AF Corse, el equipo-satélite de Ferrari, semioficial por donde se lo mire, y con todo lo que eso significa. Un triunfo en las Seis Horas de Austin 2025, ante la desclasificación del Toyota vencedor, alentó las aspiraciones del AF Corse que debutó como ganador.

Y así llegó la 93ª edición de las 24 Horas de Le Mans 2025, casi como “mirando de reojo” a las otras dos 499P oficiales de Maranello, que habían sido vencedoras en las ediciones 2023 y 2024 de la mítica carrera. Victoria, la última, donde no fueron pocos los que especularon que se había conseguido presionando al AF Corse para que sus pilotos –con Kubica como líder- levantaran el ritmo de la amarilla #83 en beneficio del segundo triunfo oficial consecutivo "rojo" de la marca de Maranello.

Sin embargo, esta vez la gran carrera le ‘hizo un guiño’ al gran trabajo del polaco. Con un ritmo tan demoledor como el de las otras dos Ferrari oficiales, la #83 convirtió a Kubica en el primer polaco en vencer en Le Mans de forma absoluta. Su compañero de equipo, Yifei Ye, se consagró como el primer piloto chino en ganar la gran carrera, mientras que el tercer integrante de la tripulación, el británico Philip Hanson, se coronó en apenas su segunda participación con un Hypercar en Le Mans.

A los 40 años, Robert Kubica ganó un campeonato al vencer en La Madre de Todas las Carreras (con sus compañeros, recorrieron casi 5.300 kilómetros, la distancia de más de un torneo internacional durante todo un año!!), donde manejó durante 11 de las 24 horas de competencia (166 de las 387 vueltas) cerrando, con un stint de 800 kilómetros, ante la presión del equipo oficial Ferrari con sus dos autos y el amenazante Porsche 963 del equipo de Roger Penske, su participación con esta consagratoria faena.

Con su mano “sana” se quitó el casco para, entre sollozos, confesar “ganar Le Mans es una sensación especial. Desde la edición de 2021, cuando perdí la victoria por un problema técnico en la última vuelta, me enamoré de esta carrera, que me despertó sensaciones que no había sentido desde mi época en el kart. Ahora estoy muy emocionado, lleno de adrenalina, aunque físicamente cansado y satisfecho al mismo tiempo!”.

Confesión más destacada, pero no tan importante como aquella que lo llevó a iniciar un nuevo capítulo que se cerró en Le Mans, transformando su victoria en un triunfo! Fue cuando con medio cuerpo “casi muerto”, 42 quebraduras y postrado en un hospital, Kubica  reflexionaba, “fue una experiencia que me obligó a enfrentar un camino inesperado. He pasado mucho tiempo en hospitales y vi tantas personas sufrir, que me di cuenta de que los problemas reales eran otros"…

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