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CUANDO PETERSON FUE SORPRESA EN MONZA
06/09/2019. De las tres victorias del sueco en el icónico circuito milanés, la de 1976 fue la menos esperada. Épico momento de gloria que se convertiría en drama dos años después en el mismo escenario, cuando el destino le jugó una carta que tampoco él esperaba…
Ronnie Peterson vivía un dilema en 1976.
A los 32 años (14/02/44) la actividad del sueco volador era una total incertidumbre: Lotus, el equipo con el cual había logrado la totalidad de sus siete victorias en la F1, pasaba por serias dificultades económicas. Situación que reflejaba la poca efectividad del equipo, que en la temporada anterior-1975- no había logrado ni siquiera un triunfo y no tenía patrocinios que lo sustentaran.
La confianza de Peterson en Chapman, se esfumó luego de un GP de Brasil donde el Type 77 del sueco crucereó por los últimos lugares y este criticó ácidamente al constructor.
Sin embargo, lo peor llegó cuando Ronnie descubrió que Chapman ofrecía el auto que él conducía “al mejor postor”, aduciendo que el sueco “tenía un sueldo muy alto”, lo que hizo que Peterson abandonara el equipo en la búsqueda de otras posibilidades. Alternativa bastante compleja si se consideraba su edad, que todas las plazas de F1 estaba cubiertas y que solo alentaba esta posibilidad la gran capacidad conductiva del piloto sueco.
La única alternativa apareció cuando Peterson accedió a volver a correr para March, el equipo que cinco temporadas atrás, en 1970, lo había hecho debutar en F1 y que le había permitido ser subcampeón del mundo un año después.
Por ese entonces, el equipo había pasado de ser un equipo ascendente, a un equipo “de mitad de pelotón” con solo un par de resultados con puntos en la temporada 1975.
Todo hacía suponer que March no era tan decisivo para Peterson, como este podría serlo para el equipo…
Sobre el modelo 761, Peterson sumó más penas que alegrías en las primeras nueve carreras de 1976, con apenas un 7º lugar en el GP “de casa” en Anderstorp. Sin embargo, hubo un aliciente en Osterreichring, Austria, cuando se clasificó 6º y le fue mucho mejor en Zandvoort, Holanda, donde logró una increíble pole y lideró durante más de 10 vueltas (abandonó cuando venía 3º luego de más de 50 vueltas de carrera).
Un antecedente que lo hizo llegar optimista a Monza, circuito que le caía muy bien, donde “casi había ganado” en 1971 (March 711) en la definición más cerrada de la historia de la F1, perdiendo por apenas 0.010 con Gethin (BRM P160), pero donde dos años después cobraría revancha ganando con Lotus en 1973 y ’74.
En los entrenamientos para la edición nº47 del GP italiano, el March 761 Cosworth DFV del sueco se mostró una vez más, rápido y consistente, tal como lo había sido en Austria y Holanda. No obstante, no pudo mejorar su 11º tiempo, aunque se vio favorecido: heredó el 8º lugar al ser penalizados los McLaren de Hunt y Mass y el Penske de Watson que, según FIA, habían utilizado “un combustible irregular”.
El sueco quedó a 1s29/100 de Jacques Laffite (Ligier Matra) quien lograba la primera pole para el equipo de Guy Ligier, en un GP donde la gran atracción estaba centrada en Niki Lauda, que volvía a correr 42 días después de su pavoroso accidente en Nürburgring –con sus secuelas a cuestas- y donde, el público argentino, a esto le sumaba la expectativa por el debut de Carlos Reutemann en Ferrari, precisamente, para fortalecer las aspiraciones del equipo en Monza ante el estado de Lauda que, supuestamente, no podría secundar con eficacia a Clay Regazzoni.
No bien largada la carrera, Peterson ganó cuatro lugares, superando a Lauda, Reutemann, Pace y Stuck y quedando, al cabo de los primeros giros, atrás de Scheckter y Depailler y Laffite, sobre una pista que, bajo amenaza de lluvia, aún no la había recibido…
En la vuelta 4, y confirmando los antecedentes del March en los circuitos rápidos, Peterson superó a Laffite y se instaló en el tercer lugar. A partir de ese momento, el sueco inició la persecución del tándem Tyrrell: una vuelta después, fue el turno de Depailler y seis giros más adelante, superó a Scheckter en la frenada de la primera variante, para llegar al liderazgo de la carrera. Por tercera prueba consecutiva, Ronnie ponía un March adelante en un GP de 1976, aunque la gran pregunta era, ¿podría asegurar la victoria?
La respuesta solo la podrían dar Monza y el clima!…
En la vuelta 13 de las 52 programadas, Depailler superó a su compañero Scheckter y se apareó con Peterson y así, durante nueve vueltas, el March y el Tyrrell hicieron trepidar la emoción. Sin embargo, al cabo del giro 22º, un temporal de viento y lluvia se abatió sobre Monza. Algunos, como Fittipaldi y Reutemann, se detuvieron por caucho ancorizado, pero los líderes de la carrera permanecieron en pista sin cambios.
La lluvia fue intensa pero breve, y a partir del giro 30º, Depailler comenzó a atacar a Peterson. Dos vueltas después, lo superaría en la variante della Roggia, pero el sueco le devolvería la maniobra en la primera chicana y luego de menos de media vuelta. Fueron los momentos más vibrantes de la carrera, pero no duraron mucho. Si bien Depailler siempre estaba cerca de Peterson, no volvió a inquietarlo. Y mucho menos cuando a partir del giro 45º, el Cosworth del Tyrrell comenzó a penar y lo superaron Regazzoni, Laffite y… Lauda! Ni el ritmo de la prueba, ni la lluvia, ni sus propios pesares, lograron quebrar su férrea determinación y el campeón austríaco, aun sin triunfar, lograba ganar la prueba más importante de su vida!
Ferrari quería una victoria “en casa” y mandó al suizo de Lugano al ataque sobre ese “obstáculo” con el nº10 que se lo impedía, pero Ronnie estaba preparado. En la vuelta 50ª clavó el récord, empatando el tiempo de la pole de Laffite a más de 206 km/h!!! Fue el aviso definitivo, para Regazzoni y Ferrari, de que el GP de Italia no iba a tener un vencedor local.
La bandera a cuadros lo confirmaría con Peterson ganando a poco más de 199 km/h de promedio, postergando a Regazzoni por 2s3/10 y a Laffite por 3s1/10.
Sorpresivamente, Ronnie Peterson lograba su octavo GP, el primero con March, la marca con la que había debutado en F1, que sería también el último de la marca en la máxima categoría. Equipo ”de mitad de pelotón” al que había llegado ”conflictuado y sin grandes aspiraciones” pero que, precisamente por esto, le brindó la posibilidad al gran piloto sueco de poner en pista toda su calidad para conseguir un triunfo épico.