Las conversaciones se mantienen desde que el presidente de Renault, Jean-Dominique Senard, hizo por primera vez una propuesta informal al CEO de Nissan, Hiroto Saikawa, el mes pasado. En el mismo contexto, Nissan, a través de su máximo referente, no solo rechazó la idea, sino que continúa oponiéndose.
A grandes rasgos, ese es el panorama que trascendió a pocas horas de que Nissan informara su beneficio operativo anual más bajo en una década , afectado por la caída de las ventas en EE.UU., algunos modelos “avejentados” y un ciclo de productos que no está sincronizado.
La propuesta de fusión, que pese a la informalidad aludida, existió como tal, se produjo después de los meses más tumultuosos que vivió la alianza en casi toda su existencia, sorprendida y conmocionada por el arresto de su otrora líder, Carlos Ghosn.
Si bien Nissan se negó a comentar sobre las conversaciones, es sabido que la fusión en un holding no ayudará a resolver los problemas operacionales actuales de Nissan, como altos costos fijos, modelos no rentables y las deficientes estrategias de marca de Datsun e Infiniti, y que una nueva estructura causaría retrasos en la resolución de estos problemas por cuestiones de orden interno, entre las que se destacan logística y normas. La combinación de ambas marcas en una sola entidad no agregará beneficios de escala, porque en la actualidad ya comparten los mismos en compras y desarrollos.
Pudo conocerse (Financial Time) que en concordancia con Nissan, el gobierno japonés también ha rechazado los esfuerzos de la compañía francesa para entablar conversaciones de fusión y no debe minimizarse esta postura considerando que Renault posee el 43% de Nissan (es su socio más grande), que a su vez es dueña del 15% de Renault (sin derecho a voto) y que el gobierno francés es el accionista más poderoso de esta última.

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