El grupo alemán inauguró oficialmente una planta de armado de su marca Mercedes-Benz en Rusia hace pocas horas atrás, en una ceremonia a la que asistió el presidente Vladimir Putin, en un hecho bastante atípico que marca una sugestiva inversión extranjera en la industria rusa, también afectada -como gran parte de la economía del país- por las penas impuestas por algunos estados de Occidente.
La planta se estableció en la ciudad de Esipovo, 40 kilómetros al noroeste de Moscú, y es la primera en varios años en ser inaugurada por un fabricante de vehículos extranjero en Rusia donde, como citamos, la inversión en la industria automotriz, una vez floreciente, se derrumbó en medio de las sanciones apuntadas y una economía estancada.
Al hablar en la ceremonia inaugural, el presidente Putin manifestó que la planta produciría 25.000 autos al año, que la inversión en el proyecto totalizó 19.000 millones de rublos (unos U$S 295 millones) y que daría ocupación laboral a unos 1.000 empleados.
La mayoría de los fabricantes automotrices globales abrieron plantas en Rusia en la primera mitad de la década de 2000, pero luego de alcanzar un pico en 2012, las ventas de unidades cayeron a un mínimo de 1,42 millones de vehículos/año en 2016, cifra que comenzó a revertirse paulatinamente para llegar a 1,80 millones en 2018.
Volviendo a la nueva planta de Mercedes, allí construirá sedanes clase E para el mercado local y luego también producirá SUV con el mismo destino.

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