El tetracampeón dio un golpe de autoridad en Singapur. Como si alguien hubiese dudado de su voracidad por ser Quíntuple, comenzó a elaborarlo ayer, con una pole fantástica que figurará en los anales como una de las demostraciones más brillantes de manejo. En un escenario que, precisamente, tenía a Ferrari como candidata por los antecedentes y que no siempre se le había mostrado favorable al campeón británico y a Mercedes. Y hoy, consumando una carrera tan limpia, tan aséptica, tan abrumadoramente bajo control, que resultó una de las carreras más aburridas, no solo de los últimos tiempos, sino de toda la historia.
Mostrando una contundencia que solo estuvo en duda cuando el único que podía haberse erigido en una amenaza, Max Verstappen, estuvo a punto de concretarlo, cuando a Hamilton lo molestaron varios rezagadas a poco menos de 20 giros para el final.
Todo lo demás, resultó una demostración impecable y un golpe de efecto tan contundente, que si Vettel y Ferrari se proponen contrarrestar, deberán hacer todo lo que en estas últimas carreras no han hecho. Con un auto superior al Mercedes, la marca italiana siempre falla en los momentos clave o lo que es peor, en las elecciones clave, como fue ayer girando en la Q2 con neumáticos inapropiados y hoy haciendo lo propio cuando el alemán fue a boxes por caucho (mientras que Hamilton calzaba “soft”, la Ferrari montó “supersoft”). Vacilaciones, confusión y yerros que le han hecho perder confianza al hombre más fuerte de Ferrari para aspirar a luchar por la corona, con resultados acorde…
Así es como sacó provecho hoy también Verstappen quien, superado en los primeros tramos por el potencial de la Ferrari de Vettel, recuperó ese lugar luego de las paradas de ambos por neumáticos y donde el talento del holandés, sumado al trabajo del equipo Red Bull, le permitieron volver a hacerse del segundo puesto hasta el final. En ese momento, con nuevas gomas en ambos autos, la Ferrari de Vettel no era la misma que al comienzo… Poco para destacar para los “escuderos” de turno. Bottas, Raikkonen y Ricciardo (Mercedes, Ferrari y Red Bull) corrieron una carrera aparte en lo que se pareció más a una “declaración de intenciones” por partes de sus respectivos equipos sobre hacia donde irán los principales esfuerzos en lo que resta del año.
El mejor del resto fue Fernando Alonso, llevando a McLaren a un 7º lugar muy positivo. Sin que esto signifique más que la habilidad de un gran piloto para sacar lo mejor de una combinación que está bastante lejos de las posiciones de vanguardia.
Sainz (8º) y Hulkenberg (10º) sumaron interesantes puntos para Renault y, entre ellos, Leclerc, seguramente incentivado por su pase a Ferrari para 2019, concretando otra buena demostración.
Para destacar, lamentablemente, lo hecho por Sergio Pérez, evidentemente superado por su propio genio; primero, sin dejarle lugar a su compañero Ocon y mandándolo rumbo a la pared de cemento. Luego, en un evidente gesto de exasperación, cerrándole la línea de marcha a Sirotkin una vez que lo emparejó, después de varias vueltas tratando de superarlo y sin que el piloto ruso hubiese apelado a maniobras antirreglamentarias. Por esto último, Pérez solo fue penalizado con cinco segundos, cuando por todo hubiese merecido un castigo mucho mayor.

Pérez, el "enemigo público"

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