Porsche está invirtiendo 1.000 millones de euros en reacondicionar su principal planta de Stuttgart para construir el primer modelo con baterías de la marca, el cuatro puertas Mission E, que se comercializará a partir de 2019.
Esto, que implica un nuevo rumbo hacia la producción de sus propios vehículos con impulsión eléctrica, corrobora la versión oficial de la marca, la primera de las alemanas en manifestar en público que podría discontinuar las unidades diésel de su gama de productos.
"Por supuesto, estamos estudiando este asunto", atenuó el CEO de la marca, Oliver Blume, en una entrevista en el complejo de deportes del motor en Nürburgring, el fin de semana pasado, en ocasión de las 6 Horas, ampliando cautamente, "no hemos tomado una decisión al respecto".
Si el diésel tiene futuro en Porsche se decidirá recién a finales de la década, como parte de una estrategia global, insistió Blume, agregando que la marca ofrecerá una combinación de motores de combustión interna, híbridos plug-in y puramente eléctricos en los próximos 10-15 años.
Los fiscales alemanes comenzaron el mes pasado a investigar al personal de Porsche por su papel en el diseño del software ilegal de los motores diésel, a la par que evaluaron si el Porsche Cayenne con motor tdi estaba equipado con un dispositivo de este tipo.
La decisión respecto a la supresión de las unidades diésel de su gama de vehículos por parte de Porsche, también estará influenciada por las nuevas normas en materia de emisiones que surgirán antes del fin de la década, lo que podría hace inviable – o no- nuevos desarrollos para las motorizaciones diésel, en lo que suponen ser costos muy elevados para adecuarse a las nuevas reglas.

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