Mezcla de actitudes, sensaciones y estados de ánimo entregó el último tramo del Dakar 2013.
Era un recorrido corto de menos de dos horas de carrera que, por esto mismo, no daba para grandes hazañas.
Sin embargo, el espíritu de la competencia pudo más.
Así como lo enunciábamos en el comienzo, si bien los candidatos no tenían mucho que arriesgar, había puestos que todavía brindaban la posibilidad de grandes ganancias.

Como le ocurrió a Lucio Alvarez, que supo estar tercero, retrogradó al puesto 27º y desde allí inició una remontada que hoy culminó con su 10º puesto en la general después de haber superado en el tramo final a dos rivales por apenas 25 (Olholm) y 32 segundos (Garafulic).
O Chaleco López, que tenía a poco más de un minuto a Jakes luego de ser penalizado por el cambio de motor y hoy, amén de superar el cimbronazo por la penalización de 15 minutos, en vez de enfrentar a Després por el Dakar, debió de contener al ambicioso eslovaco.

Hasta el mismo Javier Pizzolito jugó sus mejores cartas para mantener el octavo lugar. Una posición mucho más valorada si consideramos que trabajó para su líder Rodrigues y, sin embargo, llegó detrás de este y conservando su puesto por 22 segundos frente a Verhoeven y 2m13s sobre Goncalves, dos consagrados del Dakar.

Y lo propio intentó Roma quien ayer perdió su tercer lugar en el podio y hoy quiso recuperarlo enfrentando a su compañero Novitskiy, no pudo, es cierto, pero no fue menos cierto que lo intentó…
Y también quiso subirse al podio y no pudo, uno de los grandes perdedores de la prueba, Gerard De Rooy, que estaba para ganar el Dakar y ni siquiera llegó al tercer lugar.

O Joan Barreda quien fue la revelación de la carrera, junto con Kart Caselli, ganando varios parciales y apenas llegó 16º.
O el mismo De Villiers que lo corrió durante toda la prueba a Peterhansel.
O Terranova intentando llegar al podio desde que quedó con ciertas posibilidades de conseguirlo cinco etapas atrás.

O Patronelli buscando establecer diferencias “pegando de entrada”, para lograr márgenes que lo pusieran a cubierto de ataques posteriores, cosa que ocurrió durante la segunda parte de la prueba.
Este marco de competitividad y entrega, creo que fue el mejor escenario para los que lograron su cometido ganando el Dakar.

Curioso caso el de los Autos, donde los cuatro primeros fueron los mismos cuatro primeros de 2012, aunque invertidos algunos puestos, menos, el del contundente ganador, Stephane Peterhansel, que logró su 11ª victoria en Dakar.
Y quinto y sexto fueron, un argentino y Carlos Souza, solo que el argentino de 2012, Lucio Alvarez, esta vez llegó 10º y lo reemplazó en ese puesto su compatriota Orly Terranova.

Tremendo 1-2 del equipo que coronó el Dakar en Motos, con el quinto título para Després y con Faría segundo en un trabajo impecable.
Y una nueva demostración de Marcos Patronelli quien ahora suma dos victorias y dos segundos lugares en los cuatro últimos Dakar, quien le sacó casi dos horas al segundo y que hizo de la división casi un monopolio desde la segunda etapa de la carrera.

Y por último, la tremenda capacidad del equipo Kamaz, que no insinuaba competitividad al principio y parecía repetir la derrota de 2012 ante el mismo rival y se alzó con un contundente 1-2-3 que vuelve a poner a la marca rusa al nivel de sus épocas más brillantes.
En resumen, un Dakar con todos los ingredientes que siempre lo caracterizaron.

Donde no falta el trabajo arduo, el esfuerzo supremo, la máxima competitividad, el drama y la gloria en cada kilómetro, en cada duna o en cada guadal.
Que nunca entrega resultados “injustos”, porque siempre propone la medida de la mayor exigencia y los que la superan son los profesionales más aptos con los mejores elementos a su disposición, una historia tan vieja como el automovilismo mismo: los mejores pilotos son siempre los que consiguen los mejores autos o, si usted lo prefiere, puede invertir el orden, pero ni se le ocurra mezclarlos…