“Tener un BMW 316i es como tener un Rolex de acero inoxidable”, fue la expresión completa, tajante definición a modo de respuesta con la que el personaje de turno refutó la sugerencia respecto a que auto importado podría comprarse.
Sin entrar en mayores detalles, la escena corresponde a una de las tantas “mesas de café” que se armaban espontáneamente en la redacción de la revista Corsa hace unos 35-40 años atrás, cuando el medio era la referencia obligada del automovilismo a nivel local, el staff de la revista era mucho más joven y el furor por una de las tantas aperturas de importaciones, nos hacía soñar con comprarnos un auto importado.

Luego de la lapidaria frase no quedó más que seguir divagando (cosa que hacíamos muy a menudo) y dejar al personaje en cuestión con su propia idea de cómo concretar esa posibilidad de compra.
Como para que no se queden con las ganas, les comento que, finalmente, el susodicho se compró su auto importado, que resultó ser un Volvo, aunque no recuerdo el modelo…bueno se los anticipé, pasaron 35-40 años.
La anécdota adquiere validez en lo personal, pero no sería justo que se agotara conmigo, porque aunque parezca mentira, si bien los tiempos han cambiado muchas cosas, las tendencias se conservan, casi mágicamente.
Tal es el caso de esta versión de acceso de gama de BMW que replica, tal como en aquella ocasión, la posibilidad relativamente accesible de tener un auto Premium.

Instancia a la que se llega luego de algunos años donde el aumento de la potencia de los motores parecía ser “la verdad absoluta” en términos de marketing, concepto que hoy ha virado 180º para pasar a todo lo contrario, a partir de que las marcas, generalistas o Premium, se adaptan a la nueva realidad que propone la crisis lanzando variantes de acceso más económicas.
Luego de la aparición del pequeño de la serie 1, el 114i, la casa bávara intenta lo propio en la serie 3 con la presentación del nuevo 316i que, de acuerdo a la nomenclatura de la marca, trae un motor 1.6 litros, inyección directa, con una potencia máxima de 136 CV (impensada por aquellos tiempos de la anécdota).
Motor que, combinado con una caja M6, le permite al menor de la serie 3 alcanzar –según fábrica- 210 km/h, acelerando de 0 a 100 km/h en 8s9/10. Datos para nada despreciables tratándose de un modelo de acceso de gama.

Y si estos datos no lo convencen, aquí van consumo y emisiones: 1l/17,2 km y 134 g/km de CO2.
Sin embargo, el menor de la serie 3, consigue algo que ubica todavía mejor al modelo frente al público, como lo es la ampliación de la oferta en materia de motores nafteros que antes arrancaba con el 2.0 litros.
Por otra parte, el 316i, trae climatizador automático, sistema de aceso inteligente, arranque a botón, audio con CD y MP3 integrado, computadora de a bordo, paquete eléctrico completo, faros antiniebla y llantas de aleación de 16 pulgadas.
Equipamiento bastante interesante que me vuelve a remitir a la anécdota, haciéndome pensar que 35-40 años después, volvería a recomendarlo, ¿saben por qué?, porque a mi me gustaría mucho tener un Rolex de acero inoxidable…