En su galpón de la Vía Pepoli, el 1º de diciembre de 1914, los hermanos Maserati fundaban la que durante largas décadas significaría la más exquisita representación de diseño y técnica de la industria automotriz italiana.
Características que hoy, en lo que es un verdadero revivir de la marca en pleno siglo XXI, la convalidan más que nunca desde su concepción y en la aceptación del público, llevándola a uno de los mejores momentos de su historia.
Una filosofía propia, un carácter diferente y una personalidad única, que le han permitido a la marca italiana un reconocimiento como marca de lujosa deportividad que no muchas rivales pueden destacar.
Dotada de una historia tan rica en las calles y las rutas como en el deporte, Maserati ha sabido amalgamar ambas facetas sin enfrentarlas y ni siquiera tuvo necesidad de tener que elegir por alguna de ellas, simplemente, se involucró en ambas consciente de que una correcta sinergia la podrían potenciar.

Así fue como mientras que la gloriosa 250-F brindaba sus mejores y últimos kilómetros en competición, coronando a Fangio en el 57 y permitiéndole brillo a Moss, Behra, Bonnier y Menditeguy; en Bolonia, se pergeñaba uno de los máximos referentes en Gran Turismo, la 5000 GT.
Rumbos paralelos marcados por grandes hitos en todos los tiempos de tan rica historia, la 3500 GT, la A6GCS, la El Dorado para enfrentar a los Indy Cars, la original Birdcage sport…
Nombres propios ligados con grandes escenarios y circunstancias, Indianápolis, París, Monza, l’Autostrada del Sole, la Targa Florio, Viena, los 1.000 Km de Nürburgring…

Y ya más cerca en el tiempo la que fue la Maserati del renacimiento, la Quattroporte, poco menos que la creadora del segmento de berlinas deportivas de lujo…
Luego fue el momento de la Ghibli, cuyo nombre suena con la misma sensualidad y vértigo que el cálido viento del desierto que la bautiza, a la que seguirá la Levante, el primer SUV de la marca y una nueva prueba de esa llamativa tendencia a enamorar desde la vista, sin traicionar la actualidad.
Ese será el momento de la Alfieri que, así como alguna vez se tomó el tridente de Neptuno de la Piazza Maggiore de Bolonia para darle un emblema a la idea, coronará el nombre de uno de los hermanos fundadores para asegurar que la historia continúa…