Especiales CAPÍTULOS/ GP DE INGLATERRA 1955

¿FANGIO DEJÓ QUE MOSS GANARA EN AINTREE?

04/10/2024. El Quíntuple lo negó cada vez que se lo preguntaron, Stirling dijo que nunca lo supo. Y a casi 70 años de sucedido, con los protagonistas desaparecidos, la duda seguirá por el tiempo de los tiempos. Aunque hubo señales…

"Nunca estuve absolutamente seguro. En realidad no sé la respuesta, él nunca me la dio. Lo único que me dijo cuando terminó todo fue, 'este era tu día, estabas realmente en forma hoy'. Siempre fue difícil comunicarnos porque nunca tuvimos un idioma común y no estoy seguro de si alguna palabra se me perdió... Todo lo que sé es que conseguí el mejor tiempo en clasificación, la vuelta más rápida en carrera y la gané, y eso fue muy indicativo", reflexionaría el británico aún con los laureles verdes. Sin embargo, más de una vez también apuntaría, “pero cuando estaba con las botitas puestas, no había otro más caballero que Fangio”…

Probablemente, esta sea la única pauta real que tuvo Stirling Moss luego de batir a “El Maestro” y convertirse en el primer piloto británico en ganar el GP de su país en Aintree, en el primero de los cinco únicos GG.PP. que se disputaron en esta pista, trazada en el interior del perímetro de un hipódromo (al fin y al cabo, ruedas y cascos se parecen…) que aún hoy se conserva. Circuito que, con el correr del tiempo, perdió predicamento en favor de Brands Hatch, Silverstone y hasta Donington, como escenario de la máxima prueba automovilística de Gran Bretaña.

Una victoria tan apretada, apenas 2/10 separaron a ambos Mercedes, que le abrió paso a las dudas, no sólo de quien la disfrutó más que ninguno, además, por tratarse de su primer GP ganado (y ante quien!!), sino de todo el ambiente automovilístico, de gran parte del público en general y donde la historia fue presa de las especulaciones, dubitativa por algunos acontecimientos previos, y con la única certeza de un final sentenciado.

Pudo haberlo dejado ganar, quizás, pero no se lo hizo fácil!...

Fangio llegaba al fin de semana del GP británico del 16 de julio de 1955, como máximo aspirante a coronarse por tercera vez campeón mundial. Líder del equipo Mercedes-Benz y sus poco menos que imbatibles W196 R, había ganado en Argentina, Bélgica y Holanda. En las dos últimas victorias, Moss lo había escoltado, ocho segundos detrás en los bosques de las Ardenas y a tan sólo 2/10 entre los médanos de Zandvoort. El joven pupilo del experimentado Maestro aprendía rápido y aunque “sin mostrar los dientes” desafiaba… Prueba de esto es que ambos se convirtieron en la “pareja candidata” de la marca, compartiendo un Mercedes 300 SLR Sport, en las 24 Horas de Le Mans -“clásico de clásicos” si los hay- poco más de un mes antes, pero… Ambos batallaban por el primer lugar a mitad de carrera cuando, en otro Mercedes similar, el francés Pierre Levegh, se despistaba en la recta principal y volaba hacia el público para despedazarse y estallar provocando la muerte de más de 80 personas, incluido el propio Levegh, en lo que se convertiría, hasta el día de hoy, en la mayor tragedia del automovilismo mundial. Ante el dramático escenario, Mercedes decidió retirar su equipo de la prueba, frustrando la que podría haber sido única ocasión en que Fangio y Moss hubiesen compartido un podio en el lugar más alto !

El terrible accidente, como se vería después, tendría repercusiones sobre la determinación de Mercedes de abandonar el automovilismo a fines de 1955, aunque hubo otras señales...

Al cabo de la masacrante carrera, el británico y el argentino disfrutaban el resultado. La historia, sin embargo, comenzaba a ponerlo en duda. No era fácil asumir que, corriera donde se corriera, hubiera alguien superior a Fangio!...

Fangio estaba casi coronado (el GP británico era la penúltima prueba del año y el argentino superaba por un margen casi indescontable de puntos a Moss). Mercedes era poco menos que imbatible y con poco que demostrar, pero, aún con los resabios de la IIª Guerra Mundial a flor de piel, los alemanes no se confiaban, “estaban preocupados por el motor V8 de los Lancia D50, que se sabía tenían un gran potencial y que irían a parar a manos de Ferrari al año siguiente”, me confesaría Fangio durante una entrevista (paradójicamente, el propio Chueco de Balcarce estaría a bordo de uno de los temibles D50 para coronarse, una vez más, un año después). Además, la presión de Moss por ganar, no se manifestaba, pero se sentía…

Por su parte, este había consumado un triunfo que, con el correr del tiempo y la predominancia de la prensa inglesa en los eventos del motor de la época, se convertiría en “épico” al vencer en la Mille Miglia, precisamente, con el afamado periodista coterráneo Dennis Jenkinson en la butaca de al lado en su 300 SLR, mientras que el Quíntuple corría sólo (el reglamento y el siempre suspicaz balcarceño lo propiciaron). Al final, más de 32 minutos separaron al nº722 de Moss-Jenkinson del nº 658 de Juan Manuel Fangio después de casi 1.600 kilómetros de carrera, confirmando el potencial del británico y el disgusto que le provocaban los autos carenados al argentino (“no me gustaba, porque no le podía ver las ruedas!”, me diría alguna vez). Esta prestigiosa victoria llevó al tope las posibilidades de Moss frente quien era el parámetro y “la vara más alta del automovilismo de todos los tiempos”, como lo definían los más caracterizados y prestigiosos medios de todo el mundo, Juan Manuel Fangio (casi una 'falta de respeto' para el propio Quíntuple, cuyos ídolos eran Nuvolari y Varzi).

A ese contradictorio escenario se le sumaba Aintree, un nuevo circuito, con la incógnita que eso significaba a través de 90 vueltas al circuito de 4,828 kilómetros para completar más de 434 de carrera. El desafío era palpable, Gran Bretaña vibraba y Moss lo esperaba…

Años después, los protagonistas, con sus autos, volvían a encontrarse. A ellos, se sumaba Karl Kling, quién fué 3º aquel tórrido día en Aintree, aspirando solamente a ser un 'espectador de lujo' del fenomenal duelo por la victoria entre Moss y Fangio...

 La intriga que rodeó a la carrera respecto a si Fangio dejó que Moss ganara, comenzó a tomar forma desde que los autos pisaron por primera vez la pista. Moss fue el más veloz en clasificación, batiendo a Fangio por apenas 2/10, dejando a Jean Behra (Maserati) 3º a más de un segundo, aunque interrumpiendo la seguidilla de Mercedes que también ocupaba el 4º y el 5º lugar con Karl Kling y Piero Taruffi (aunque los autos de estos últimos tenían distancia entre ejes normal, mientras que los W196 R de Moss y Fangio eran más cortos). La idea del equipo alemán fue que mientras sus “delfines” luchaban por la supremacía, sus compañeros aseguraran el resultado final en caso de una hecatombe.

Rápidamente, "El Tren", como llamaban al dúo Fangio-Moss en Mercedes, por su forma de rodar en tándem al frente, se distanció de Behra y los otros Mercedes. El Maestro adelante en las primeras vueltas, antes de ver pasar a Moss a su lado. Fangio volvió a adelantarlo en el giro 18º, para perder la punta nuevamente siete vueltas después.  Pero para esto, Moss debió esforzarse. Fangio no parecía hacerle concesiones. Serían nueve vueltas antes de que el joven británico volviera a estar al frente. Fue solo a media distancia que la señal de boxes para que ambos conductores se controlaran apareció. Muchos autos rivales habían abandonado en una jornada inusualmente calurosa.  De allí, hasta el final, la carrera no tendría otro líder.

Pero, quizás emocionado por lo conseguido y vibrando como el público que lo alentaba, Moss tuvo que volver a enfocarse para contener al Quíntuple (el británico lo logró inclusive con el récord de vuelta, empatando su propio tiempo de clasificación, lo que da idea de la exigencia a la que lo sometió Fangio). Su amigo Denis Jenkinson, en el informe que tan precisa como profesionalmente escribió para MotorSport, diría de Moss, "estuvo obligado a conducir impecablemente".

Aintree...

Por su parte, el británico confesaría, “habíamos rodado liderando juntos, yo lo seguía y luego lo adelanté. ¡Fue muy fácil! Desde ese momento fui como un demonio, tan fuerte como pude. Él también iba como un demonio y al final, en la última vuelta, tomé la última curva y aceleré con todo lo que tenía, me corrí a la derecha y le di la señal de que pasara, sabiendo muy bien que no podría hacerlo, los autos eran muy parejos. La ventaja fue de poco más que el largo del auto!!".

Dos décimas que encendieron las especulaciones de las tibiezas previas. Si hubo evidencia convincente de que Fangio dejó que Moss ganara, no se advirtió. Eran los dos mejores pilotos de ese momento, por lo que tomó cuerpo la versión de que la victoria del británico fue “orquestada”, en cierta medida, no por su compañero de equipo, sino directamente por Mercedes interesada, además, por potenciar el triunfo de la marca en un mercado más que interesante y con un piloto local! Ciertamente, Jenkinson siempre creyó que Mercedes había decidido antes del comienzo que este sería “el día de Stirling”.

¿Eso de alguna manera minimizó el mérito de lo alcanzado por Moss? Incluso si su victoria hubiese sido “arreglada”, nada indicaba que el británico no hubiese hecho todo lo posible por conseguirla.

Se llevó lo máximo que había en juego. Su pole position fue 2/10 inferior al tiempo logrado por Fangio. Logró el récord de vuelta de la carrera empatando su propio tiempo de clasificación (2m00s4/10). Lideró la mayor parte de una carrera de más de tres horas de duración, disputada con 38ºC de temperatura ambiente y por casi 435 kilómetros de recorrido. Y como si esto no alcanzara, encabezó el 1-2-3-4  de Mercedes en el estreno del circuito local, 10 años después de finalizada la IIª Guerra Mundial, con Alemania casi arrasada y Gran Bretaña victoriosa. Yendo a lo estrictamente deportivo (al fin y al cabo, de eso se trataba) no hubo un piloto que anduviera más rápido que Stirling Moss aquel fin de semana del 16 de julio de 1955…

"Después de la carrera, en el podio, le pregunté '¿me dejaste pasar?, ¿me regalaste esta?' y él me dijo 'no, no, realmente estabas en forma hoy'. Honestamente no sé si lo hizo o no, pero sí, como siempre, tenía razón, fui el más veloz en clasificación, conseguí la vuelta rápida y gané la carrera. No había más!!", enfatizaba Moss cada vez que surgía el tema, aunque consciente de que su énfasis era respondido por él mismo!

Más repuestos y "de civil", Moss y Fangio se relajaban...

Esa sería también la última vez que compartirían el podio como compañeros de equipo. Después de Aintree sólo restaba disputarse Monza en septiembre, como parte de un calendario que sufrió constantes suspensiones por lo ocurrido en Le Mans y donde Fangio vencería logrando su tercera corona, mientras Moss abandonaba, aunque como buscando revalidar lo de Aintree, conseguía el récord de vuelta (la pole había sido para quien se convertiría en el primer tricampeón de F1 de la historia, Juan Manuel Fangio).

Fue sin duda una victoria con distintos significados aunque con la incógnita principal sin develar. Sin embargo, de los dos protagonistas, sólo uno supo lo que pasó realmente en Aintree, pero ambos se llevaron dudas y certeza a la tumba. Fangio pudo haber sido cómplice o no, pero nadie estuvo más convencido que él de que Stirling Moss la merecía más que ninguno. Y en aquellos tiempos de “gentleman drivers”, además, declararlo también contaba, y mucho...

ROD

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