El caso hace hincapié en uno de los puntos críticos de Tesla y que, según muchos de sus usuarios, pone en riesgo su credibilidad y reputación: su deficitario servicio de posventa y la falta de comunicación con los clientes.

A pesar de contar con una comunidad fiel de usuarios, la compañía sigue sin destacarse por un enfoque centrado en el cliente a nivel mundial. Con un equipo de atención que se ha revelado como poco eficaz, sumado a la ausencia de claridad y transparencia, el "caso noruego" no hace más que sumar descontento entre los propietarios (también se le achaca “falta de colaboración” para la resolución de algunos temas conflictivos).

El caso concreto es que, en 2019, un grupo de propietarios de Tesla en Noruega se enfrentó al fabricante por una cuestión clave: la reducción de la autonomía de sus vehículos luego de que la marca asumiera haber realizado una actualización remota (OTA) del software.

A nivel mundial, en principio, Tesla lo explicó como “un ajuste técnico justificado como una protección de la batería”, lo que provocó inconvenientes que afectaron, no solo a la autonomía, sino también a la potencia de carga de las unidades. Esto generó mucho malestar entre los usuarios, derivando en batallas legales que obligaron a la compañía a pagar compensaciones.

Los propietarios afectados, en su mayoría de unidades Model S y Model X, comenzaron a notar una reducción significativa en la autonomía de sus vehículos tras la citada “actualización automática” de 2019 -concretada sin advertencia previa-, lo que redujo el rango entre unos 20 y unos 50 kilómetros. En varios casos, esta limitante de la capacidad útil de la batería determinó una pérdida de autonomía de más del 10 % de la capacidad original.

Hubo indignación en cientos de clientes del mundo ante la solapada y perjudicial medida de Tesla que alteró, sin su consentimiento, compras cuyas características habían aceptado y por las que pagaron!! Los afectados llevaron el tema a los tribunales y consiguieron que, en casi todos los casos, la justicia les diera la derecha, lo que resultó en indemnizaciones de hasta 16.000 euros por propietario a nivel general.

Ahora, Tesla vuelve a ser condenada en un nuevo frente relacionado con la polémica actualización, donde el Tribunal de Apelaciones de Borgarting, en Noruega, dictaminó que la empresa también debe compensar a sus clientes por el sensible perjuicio.

En este último caso, según las pruebas aportadas durante el juicio, algunos vehículos vieron reducida su capacidad de carga en hasta un 30% algo que, además, se tradujo en tiempos de espera mucho más largos durante las paradas por recargas de energía.

El tribunal citado determinó que Tesla-Noruega indemnice con 50.000 coronas (unos 4.300 euros) a cada uno de los afectados, sumando un monto total de alrededor de 41.000 euros, donde se incluyen los costos judiciales respectivos. Si bien la cantidad de demandantes fue reducida en esta ocasión (sólo fueron cuatro) el fallo tiene un peso simbólico muy importante, dejando sentado un precedente que quedará a disposición para ser utilizado ante cualquier inconveniente, inclusive los que afecten otros casos en los que se pueda aplicar, aunque sean “más periféricos”.

“Un comerciante no puede cambiar libremente las características de los elementos que ya han sido entregados”, palabras más, palabras menos, fue el contundente reclamo de los clientes de Tesla perjudicados en Noruega. Este punto ha sido subrayado también por la asociación de consumidores local, que considera que cualquier modificación que empeore el rendimiento de un determinado producto debe compensarse económicamente, especialmente, si esta se realiza sin el consentimiento de los propietarios.

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