El sustituto del Huracán tiene uno de los más importantes retos por delante, precisamente, uno de los grandes logros de su reemplazado: cautivar a miles de clientes tal como lo hizo su “vertiginoso” antecesor durante su vida comercial.

Lo intentará desde un diseño comprobadamente eficaz, Lamborghini mantiene en el Temerario su característica forma de cuña afilada, impronta que se replica en cada sector como una ‘firma’, apostando por faros Full LED bien integrados en el aguzado capot y con luces de posición diurnas hexagonales en las grandes tomas de aire del paragolpes. Geometría, esta última, que se repite en las luces traseras y que también destacan al modelo.

Calzado sobre grandes llantas de aleación, equipo “de norma” para todo aquel auto que se precie de superdeportivo, también se destacan los enormes conductos de aire laterales-bajos, a los que se suman canalizaciones adicionales sobre los mismos, para refrigerar los frenos, y suma otros sobre los pilotos traseros. Como decíamos, el diseño hexagonal se replica en las luces y hasta en el enorme embellecedor del sistema de escape, con un Venturi inferior con canalizaciones a la vista.

En el interior, el Temerario propone actualización y modernidad, con un panel de instrumentos digital tras un volante forrado en cuero y con una marca roja 'a las 12', además de finas levas de carbono para gestionar el cambio en ambos lados.

El nuevo Temerario despide definitivamente de Lamborghini al motor V10/5.2 litros del Huracán para continuar los pasos de su hermano mayor, el Revuelto.

Se trata de un V8/4.0 litros, biturbo, combinado con tres motores eléctricos con los que suma una potencia máxima de 920 CV, adelanta un 0 a 100 km/h en 2s7/10 con una máxima declarada de 340 km/h. Uno de los motores eléctricos, de flujo axial, está integrado en el cambio A8 de doble embrague, mientras que los otros dos -más convencionales- se encuentran aplicados sobre el eje delantero, por lo que dispone de tracción total, conectable en situaciones muy concretas.

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