Exitoso por condiciones, personaje por naturaleza, polémico y atrevido, devenido en ídolo indiscutible sin que esto lo endiosara más allá de lo necesario como para hacerle perder llegada al gran público y no solo de automovilismo estamos hablando.

Los ecos de su partida dejaron en evidencia que fueron los hitos salientes, arriba y abajo del auto, más que las victorias los que lo marcaron de manera rotunda.

Precisamente, sobre una cupé “encendida” ganando en General Roca o cruzando la línea de meta en tres ruedas en Pigüé, un corte de manga por aquí, un portazo y varias puteadas por allá…

En ‘el mientras tanto’, cambiando de marca como si se tratara de ropa, una actitud que defendió para rescatar, por sobre todas las cosas, su condición de piloto. Tan original como diferente, dejó de correr porque, “había conseguido todo lo que podía alcanzar mi pasión”, pero no dejó el automovilismo.

Desde los mejores consejos que podía aportarle a cualquier piloto, hasta su presidencia de la AAV, siguió vinculado, pero convencido de que no iba a volver a correr como antes, “no me quedó ninguna deuda conmigo mismo, pienso que los que se retiran y vuelven es porque no consiguieron lo que se habían propuesto”, deslizó alguna vez.

Una singular combinación de talento y sagacidad lo coronaron 16 veces campeón, pero su personalidad carismática lo proyectó mucho más alto. Tanto, que sería imposible no extrañarlo…

ROD

..........................................................................................................................................