El Honda-e debutó en el Salón de Ginebra de 2019, donde causó sensación entre la mayoría de los asistentes a la muestra.

Desde el exterior, la marca nipona condensó en tan sólo 3m90 de largo un diseño que deslumbró. A partir de un sector frontal con faros que simulan como pocos a unos “verdaderos ojos”, hasta una zona trasera redondeada y juvenil, apareció tan osado como distinto, en un ámbito donde la imaginación ha pasado a un plano secundario. Algunos recursos que hoy son estándar en la industria, como los espejos digitales o las manijas de las puertas al ras, en el Honda-e parecieron como aplicaciones “costumbristas” de la marca.

La seducción no se agotaba en el exterior, el interior estaba en línea con atrevimiento y posibilidades.

 La digitalización proponía un nuevo significado en el habitat del Honda e. Hasta cinco pantallas en un panel frontal fue algo nunca visto. Tecnologías insospechadas, como la toma HDMI para conectar dispositivos, o la pantalla del acompañante para controlar funciones importantes. No había otro vehículo así en los mercados y eso hacía del Honda-e un auto muy especial. Un diseño ideal en todo sentido que, sin embargo, llegaba con poca autonomía y un precio sensiblemente alto.

Con una pequeña batería de 35,5 kWh de capacidad, la homologación indicaba una autonomía de 222 kilómetros. Una cifra que, en condiciones normales, rondaba un rango de 180. Demasiado poco para cualquier vehículo que pretenda ser un éxito.

No obstante, la marca basaba su apuesta en la movilidad urbana y el Honda-e era, y sigue siendo, un auto ideal para la ciudad. Sin embargo, a esta limitación se le sumó otra más contundente, el precio. Desde una base de 34.200 euros, sin descuentos o ayudas, fue difícil justificarlo, especialmente, cuando otras opciones más funcionales del mercado, estaban bastante por debajo de esto. Las ventas no crecieron en ningún momento en estos cuatro años y las 10.000 unidades/año estimadas por la marca, nunca superaron la barrera de los 4.000 patentamientos.

En este sentido, la conclusión “cayó por su propio peso”, el Honda-e se retirará de Europa sin que su propuesta tecnológica e imagen hayan sido superadas –aun hoy- por ningún rival, paradoja de estos tiempos…

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