La jefa de adquisiciones en Audi, Renate Vachenauer, fue la autora del nada tranquilizador pronóstico. “La crisis tardará años en resolverse” manifestó la ejecutiva, aún teniendo en cuenta los planes en Alemania para construir nuevas fábricas de chips, como las de Intel (EE.UU.) o TSM (Taiwán).

Alemania es referencia ineludible cuando se trata del rumbo de la industria automotriz, por su condición como economía más importante a partir de que es el país con la mayor población en el Viejo Continente. O sea que lo que le sucede a Alemania, no solo se expande hacia los países vecinos, sino que multiplica su efecto. Ahora, si a la industria automotriz alemana todavía le está afectando la escasez de microchips, imaginen que le sucede al resto!!  Un tema que no parece de resolución más o menos inmediata, a pesar de que, como dijimos, ya están encaminadas las acciones para instalar nuevas fábricas de semiconductores en el país.

Repasando, la crisis de los microchips se originó a raíz de la pandemia por el Covid-19, lo que afectó gravemente al sector automotriz (y a la industria tecnológica en general), provocando enormes retrasos en la fabricación y entrega de vehículos 0Km.

Un tema que, tres años después, todavía no se ha solucionado totalmente, aunque sirvió para despabilar a los dirigentes europeos respecto de la enorme dependencia de Asia en este particular mercado. Tanto es así que, actualmente, la UE solo cubre el 10% de la cuota de mercado mundial de microchips.

Para atenuar este déficit, se implementó la Ley Europea de Chips pero, como suele suceder cuando “se va atrás del problema” en lugar de enfrentarlo, las medidas llegan tarde y prácticamente todas las marcas han tenido que adecuar su actividad en sus plantas de producción.

La UE estima qué, invirtiendo más de 43.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas, el objetivo 'solo' lograría duplicar ese 10% al final de la presente década, lo que da una idea de la magnitud del problema.

Para colmo, según la UE, “los chips son activos estratégicos para cadenas de valor industriales fundamentales. Y están surgiendo nuevos mercados para la industria de los chips, como los vehículos altamente automatizados, los nuevos eléctricos, la conectividad, etc”.

La ejecutiva de Audi que lanzó la alarma amplió, “llevará años encontrar la solución al problema, después de todo. Se trata de miles de millones de dólares que se están invirtiendo, aunque todavía no se avizora un cambio de tendencia”.

Para colmo, uno de los problemas principales de la crisis es la gran variedad de chips usados en los coches, que llega a ¡8.000 tipos diferentes! Algo que sólo reduciendo esta variedad de semiconductores, podría aliviar los “cuellos de botella” de la industria automotriz. “Tenemos que usar muchas alternativas, para estabilizar el suministro y también para poder abastecernos”, finalizó Vachenauer.

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