Oficialmente, Bugatti estaba usando la pista de tres millas del Centro Espacial Kennedy en Florida (4,8 Km) para realizar algunas pruebas aerodinámicas en línea recta, acceso poco menos que irrestricto a la larga extensión de pavimento, que motivó a la marca propusiera a un grupo de clientes-Chiron la inédita propuesta.

“Hace solo pocos años, alcanzar los 400 km/h requería meses de cuidadosa preparación, los mejores pilotos profesionales y las condiciones más favorables”, manifestó Christophe Piochon, presidente de Bugatti Automobiles, en el propio terreno de los hechos. “Sin embargo, en la actualidad y en el ámbito de nuestros hiperdeportivos, meticulosamente diseñados y desarrollados, Bugatti está en condiciones de proponer este desempeño a nuestros clientes con absoluta seguridad y les posibilitamos algo que muy pocas personas tendrían la oportunidad de hacerlo y lo que es más, experimentarlo con su propio auto!!”, concluyó el ejecutivo, casi tan entusiasmado como los propios protagonistas.

Aunque el selecto grupo de los 18 clientes invitados no necesitaban toda una vida de experiencia para responder a semejante propuesta, de todas maneras, no fueron enviados a la pista sin ninguna sesión de consejos previos. Antes de intentar sus “lanzamientos” a máxima velocidad, un piloto de pruebas de Bugatti estuvo a cargo de ponerlos al tanto.

A 250 millas por hora, que fue la cifra original estipulada (402 km/h), un vehículo como el Chiron cubre, aproximadamente, la longitud de un campo de fútbol por segundo. A esa velocidad, el conductor del auto experimenta 1G de fuerza longitudinal, lo que lo desequilibra lo suficiente como para alterarlo pero, sin embargo, no debería impedir que el Chiron “deambule” llevándolo con cierta suavidad en lugar de intentar luchar contra él.

La realidad física de viajar tan rápido también propone otros desafíos. Debido a que el horizonte se acerca tan rápido, habrá que mirar más allá de lo acostumbrado, algo todavía más complicado considerando las “ondas” provocadas por las emanaciones de calor  del pavimento, lo que puede dificultar la evaluación precisa de las distancias y, lo que es más importante, el punto de frenado.

Además, los conductores debían venir con su Top Speed ​​​​Key aplicado sistema que, automáticamente, induce al auto a ‘verificarse a sí mismo’, asegurando que está listo para alcanzar estas velocidades. También lo reposiciona en su configuración de suspensión más baja, preparándolo para el asalto aerodinámico cuando se llega a las 250 mph.

Aunque al Chiron solo le lleva 11 segundos alcanzar los 300 km/h (186 mph), llegar a los 402 km/h (250 mph) supuso poco menos que ingresar a un “territorio desconocido” –especialmente, para un principiante como en este caso- donde se ocupa la mayor parte del resto de la pista y donde los factores que entran en juego en materia de entrega de potencia y  aerodinámica se extreman. Si bien el Chiron es capaz inclusive de lograr más que esto, lo raro y singular de esta experiencia fue que incluso una pista de casi cinco kilómetros de extensión, diseñada para permitirle “carretear” a transbordadores espaciales, casi resultó escasa  para facilitarle al Chiron alcanzar su verdadera velocidad máxima.

Aún así, con la prueba cumplida, los 18 gozosos propietarios que asistieron al evento, tuvieron muy poco en cuenta la ecuación matemática y las diferentes especulaciones. Para ellos, siempre valdrá la pena el recordatorio de sensaciones y cuán salvaje es realmente la ingeniería detrás del Bugatti Chiron que, a partir del desvelo por tenerlo, los llevó a disfrutarla.

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