Ferruccio Lamborghini produjo tractores de propia creación e hizo fortuna, gastando buena parte de ella en Ferraris.

Según cuenta una de las varias historias en torno a su decisión de volcarse a los autos deportivos, Lamborghini encontró que los productos de Maranello no eran confiables y se lo planteó al mismísimo Enzo Ferrari, lo que le provocó una rápida salida de su oficina perseguido por más de un exabrupto...momento a partir del cual, Lamborghini decidió iniciarse como fabricante de deportivos (otra historia, también conocida, le achaca la decisión al demasiado tiempo de espera por una Ferrari que colmó su paciencia...).

Sea cual fuere la verdadera historia, una cosa si fue segura, Lamborghini y Ferrari nunca congeniaron...

El primer esfuerzo del magnate de los tractores fue el 350 GT, que debutó en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1964.  Cuya característica particular era un V12/3.5 litros que producía por entonces más de 350 CV e iba montado adelante sobre una cupé con estilo GT contemporáneo.

Puntapié inicial que marcó una historia que llega hasta nuestros días y que, sin apartarse de la producción de tractores, hizo que los autos de Ferruccio lograran un prestigio que aún conservan. Parte de ese prestigio, Lamborghini comenzó a ganárselo tempranamente: un par de años después de su debut, el estupendo Miura sentó las bases para el superdeportivo moderno, mostrando las serias intenciones de su creador con su diseño de motor central y estilo radical.

Ferruccio Lamborghini luego asumió un desafío no menor, el lanzamiento del Countach , que se presentó en forma de concept en el Salón de Ginebra de 1971, otro hito en la incipiente carrera del “tractorista coinvertido en purista” que, sin embargo, no le trajo serenidad al emprendimiento: Lamborghini cambió de manos varias veces a lo largo de los años, inclusive fue  propiedad de Chrysler, antes de desembarcar en su hogar actual en el Grupo VW, lo que no es garantía de nada, ya que dos por tres se la menciona como “moneda de cambio” en cuanto negocio la pretende.

O sea que, la caótica dinámica que dio lugar a su nacimiento, se mantiene hasta nuestros días, lo que seguramente no conmovería el férreo espíritu de su creador, desaparecido hace casi 30 años.

Parte de ese espíritu es el que hizo de la marca lo que hoy es, una imagen vigente, dinámica y fiel a su esencia deportiva, legado que ahora entroniza a su creador en el Salón de la Fama del Automóvil, a metros del museo Henry Ford en Dearborn, Michigan, donde una placa de mármol con la firma de Ferruccio Lamborghini se exhibirá junto con las de otros ilustres miembros.

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