Con la invasión de Rusia a Ucrania y como era de esperarse, empiezan a surgir las primera consecuencias del conflicto en la industria automotriz. A las primeras medidas tomadas por distintos entes deportivos, con mayor o menor criterio, se sumaron las empresas que tenían distintos vínculos con Rusia quienes comenzaron a cortar los mismos, al menos, en lo inmediato.

El Grupo VW y Jaguar-Land Rover dejarán de vender sus productos en el país, deteniendo la comercialización de vehículos nuevos, aunque más allá de la cuestión moral que en primera instancia sugieren estas medidas, parece ser que mucho influyó para que se tomen la devaluación del rublo y no solamente los motivos éticos. Renault, probablemente la automotriz con mayor vínculo con Rusia,  también paralizó su actividad en dicho país.

Concretamente, el grupo VW ordenó a los concesionarios rusos, que no se acepten más pedidos de Škoda, Audi y VW producidos en territorio extranjero, dejando en libertad de acción a aquellos vehículos que se hayan fabricado localmente o hayan sido importados y ya se encuentren ingresados a suelo ruso.

Por su parte, Jaguar-Land Rover tampoco aceptará más pedidos de vehículos nuevos, hasta que el país vuelva a la normalidad salvo que las sanciones previstas, que se presumen duras y muchas, impliquen tomar medidas más importantes, que podrían llegar hasta el cese por completo de la actividad comercial en Rusia.

Renault detendrá la producción en su fábrica situada en las cercanías de Moscú, debido a los “cuellos de botella” en la frontera rusa que retrasa las entregas de distintas piezas para el armado de sus unidades. También tendrá que detener la producción de la planta de Togliatti, al sur de Rusia, por falta de microchips.

La situación de Renault podría ser muy problemática a futuro, inclusive si la situación del conflicto amainara su intensidad, especialmente, debido a cómo podrían afectar las sanciones previstas al suministro de piezas para la producción de sus vehículos en territorio ruso.

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