El que posiblemente haya sido el primer superdeportivo de la historia del auto, se gestó en secreto y tuvo su inspiración en Le Mans...

Nada que objetar considerando el origen del nacimiento de la marca. Impulso primigenio que recibió de uno de los más emblemáticos constructores de deportivos del mundo, Enzo Ferrari, y de la rebeldía y terquedad del “tractorista” Ferruccio Lamborghini.

El mítico ‘Commendatore’ de Maranello, fue el que originó la creación de la división de vehículos de Lamborghini. Su contraparte “agrícola”, Ferruccio, era un gran admirador de los vehículos del Cavallino, pero estaba cansado de sufrir distintas averías con ellos y un día se lo echó en cara a Enzo. Indignado, este le respondió con su soberbia manera, diciéndole que no sabía apreciar sus creaciones mecánicas porque “un fabricante de tractores no podía entenderlas”...

Respuesta que mortificó tanto a Lamborghini, que respondió con hechos. Y así fue como uno de los principales fabricantes de maquinaria agrícola europeo desde 1948, se convirtió en la némesis de Enzo Ferrari.

Adoptando el emblemático toro –sinónimo de fuerza y coraje- que ornamentaban sus tractores, la primera creación de la marca fue el 350 GT, un sofisticado y poderoso Gran Turismo, pero su impacto apenas si trascendió, especialmente comparado con nuestro protagonista, que no sólo lo eclipsó, sino que lo dejó casi en el olvido desde su condición de emblema de la marca.

Sin embargo, esta condición no la logró por casualidad. El Miura recibió atención por su belleza estética, configuración mecánica y prestaciones, marcando un rumbo que posteriormente se convirtió casi en una “peregrinación” obligada para cualquier marca que quisiera ponerse a su altura: el de los superdeportivos. Y no porque no hubieran potentes cupés y dinámicos convertibles, aunque ninguno de ellos estuvo basado en el concepto de competición como lo hizo el Miura, por ejemplo, con su impresionante V12 de origen Bizzarrini montado transversalmente...

Además, el proyecto y la historia que hizo del Lamborghini Miura un mito, tuvo protagonistas  que comenzaron a insuflarle ese carácter. A partir del capítulo inicial con Ferrari, estuvieron vinculados al mismo algunos de los nombres más icónicos del mundo del auto, Giampaolo Dallara, Paolo Stanzani, Marcello Gandini y una “musa inspiradora” que también marcó una época, el Ford GT40.

Así fue que la dupla Stanzani/Dallara – este último, provenía de Ferrari y Maserati y contaba con mucha experiencia en competición- se pusieron manos a la obra con un “deportivo de raza” que fuera más allá del 350 GT, el lujoso y elegante GT que había estrenado el motor V12 de 360 CV creado por Bizzarrini.

La cuestión es que ambos lo hicieron en secreto y con el objetivo de presentarle al “capo” un deportivo tan bueno que fuera imposible rechazarlo. Congeniaron en la inspiración inicial, el exitoso Ford GT40 que doblegó nada menos que a Ferrari en las 24 Horas de Le Mans entre 1966 y ‘69, que contaba con un motor en posición central aunque redoblaron la apuesta. En lugar de montarlo longitudinalmente como usaba su V8 el GT40, planearon ubicar el motor V12 de Bizzarrini en forma transversal, con el consecuente beneficio, no sólo en la distribución de pesos, sino también en las medidas generales del auto. Otras de las características que lo desmarcaron fueron, un chasis autoportante muy liviano y dotado de frenos de disco y suspensiones independientes.

El concept se presentó en el Salón de Turín de 1965 y recibió tanta atención y buena acogida que Ferruccio Lamborghini no tuvo opción y siguió adelante. Para esta presentación “de gala” el diseñador elegido fue Bertone, amigo personal del “tractorista” de Ferrara.

Inicialmente, el diseño del prontamente bautizado Miura, nombre en homenaje a otro amigo personal de Ferruccio, Eduardo Miura (curiosamente, su apellido también identifica a los toros de lidia, por lo que estuvo ampliamente justificado) fue encargado a Giorgetto Giugiaro, pero este fue contratado por Ghia poco después y el proyecto pasó a manos de un juvenil Marcello Gandini (25), que posteriormente también dibujaría las líneas del Countach, el Diablo y el Lancia Stratos, entre otros íconos del mundo del auto.

Gandini continuó la inspiración de sus creadores y también se basó en las líneas del Ford GT40, aunque le sumó elegancia, y una sobriedad deportiva únicas, convirtiéndolo en uno de los coches más hermosos de la historia.

El Lamborghini Miura P400 (esta última sigla, por los 3,9 litros “y pico” del V12 de Bizzarrini)  debutó en el sofisticado Salón de Ginebra de 1966. Presencia a la que el astuto Ferruccio sumó otra unidad similar en la puerta del Casino de Montecarlo durante la celebración del GP de Mónaco de F1 ese mismo año, “presentándolo en sociedad” ante los adinerados visitantes del Principado.

El Lamborghini Miura no era sólo potencia y belleza, su comportamiento dinámico era excepcional gracias entre otras cosas a la intervención del piloto de pruebas de la marca, el neozelandés Bob Wallace, que anteriormente había trabajado para Maserati y Chevrolet.

El Miura era rápido, ágil y muy noble, con una distribución de pesos casi perfecta y que lo hacía destacar muy por encima del resto de los deportivos de la época. En su interior, todo combinaba como era de esperarse y tanto el diseño como las terminaciones impactaban de igual modo como en el exterior.

La segunda evolución del Miura fue denominada “S” y se presentó en 1969, aumentando la potencia hasta los 370 CV e incorporando detalles como los perfiles cromados en las ventanillas y el accionamiento eléctrico de éstas.

En 1971 llegó el Miura P400SV, que contaba con mejoras aerodinámicas y supuso la entrada del modelo en el mercado de EE.UU. La potencia ascendió aún más, hasta los 385 CV, crecieron las trochas y los neumáticos y se mejoró la suspensión. También incorporaba aire acondicionado de serie y sólo se construía bajo pedido.

Lamborghini también construyó dos ediciones limitadas, la P400 J y la P400 SV/J. La primera estaba destinada a participar en las 24 Horas de Le Mans bajo el reglamento tipo anexo J, pero su probador, Bob Wallace, lo estrelló en su primera prueba en ruta y el proyecto claudicó con dicho accidente.

Entre 1966 y 1972 se produjeron unas 765 unidades, un número bastante elevado considerando que buena parte de su producción fue “por encargo”, sin embargo, lo más destacado del Miura, además de su belleza, tecnología de avanzada y su dinámica, fue que a través de ellas se convirtió en la respuesta más contundente que desafió a Ferrari. Y, como si esto fuera poco, fue el primer rasgo de prestigio que definió a una marca de maquinaria agrícola convirtiéndola en una de las más aquilatadas del mundo-motor.

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