De todos los motores legendarios producidos en la historia de la automoción hay uno que se despega netamente, no solo por su adaptación y popularidad, sino porque todo lo que logró lo hizo en base a performance y logros deportivos obtenido, entre ellos, nada menos que asegurar el futuro de la F1 casi de por vida...

El Cosworth V8 DFV (Double Four Valve, algo así como la síntesis de “la unión a 90º de dos motores de cuatro cilindros en línea y cuatro válvulas por cilindro”) cuya versión real, entre otros hitos en F1 consiguió, 175 victorias de GG.PP, 10 títulos de constructores, y coronó a 12 campeones del mundo; además, logró dos triunfos absolutos en las 24 Horas de Le Mans y, en su versión turbo, sumó 10 victorias de las “500” de Indianápolis, consagrando a tres campeones del USAC y nueve campeones de CART.

Semejante CV lo puso siempre en un papel protagónico y excluyente en cuanta ocasión sobre motores se trata y, generalmente, es tomado como referencia histórica y hasta vigente en la materia.

Tomando como base a un DFV V8 que desplazaba originalmente 2.993 cm3 y desarrollaba 400 CV a 9.000 rpm, aunque al final de su vida útil con esta configuración superaba los 510 CV a 11.200 rpm, los ingenieros holandeses de Bouland Motors encararon la fabricación de esta unidad a escala 1:3, que desplaza 76 cm3, está conformada por 1.200 partes independientes, tiene como régimen máximo 10.000 rpm y suena increíble!...

Una buena ocasión para que este tributo reclame “a los gritos” un lugar en nuestro espacio...

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