Brevísimas

Buen viaje, Juan…

28/11/2020.

Con el Lancia D-24 de sus amores...

A los 91 se fue “a cubrir las 24 Horas”, un enorme profesional, una impecable persona pero, por sobre todas las cosas, un gran amigo. Así podría definir, con lo que la tristeza apenas me permite, mi relación personal con Juan Carlos Perez Loizeau.

Un riguroso testigo de épocas a las cuales él asistió en sus finales y yo en sus comienzos, un espacio que fue el que en principio, compartimos, para luego cada uno aportarle lo que al otro le faltaba (yo mucho menos que él!).

Probablemente, eso nos unió al comienzo, pero luego, para quienes hemos hecho de esta actividad una forma de vida, fue el pasaporte ideal para borrar fronteras, acercar criterios y, en definitiva, acabar con cualquier tipo de traba que impidiera convertirnos en buenos amigos, lo que en esta, como en otras actividades, no siempre resulta fácil...

Con Raúl Barceló...

Fangio, los Mercedes, los Gálvez, su amistad con Cupeiro, los Messerchmitt Me 109,  Michael Turner, los 917 de Siffert y Rodríguez, otra vez Fangio, el Nido del Águila en Berchtesgaden, Spitfires y Mosquitos, Rommel, la Carrera Panamericana, reaparece Fangio, también Froilán, Le Mans, F1, los políticos, la vida, los temas eran inacabables a partir del “pasaporte original”, esa intangible llave que abrió –definitivamente- la puerta de la comunión, de la comunicación...

Generalmente, con una buena cena de por medio, con un vino todavía mejor de acuerdo a su paladar, Juan -como solía llamarlo- proponía ese cálido y enriquecedor encuentro que terminaba, tarde, pero asegurando satisfacción afectiva, gastronómica y, sobre todo, etílica!

Felizmente, lo disfruté durante bastante tiempo –nos conocimos en 1978 en la F2 Europea en Mendoza, en el magnífico y hoy abandonado Gral. San Martin- y luego de un período demasiado largo volvimos a tomar contacto ya en los 2000, a partir de lo cual, como si inconscientemente hubiésemos tratado de recuperar el tiempo perdido, la relación se estrechó vigorosamente.

Con José Luis Reidy...

Su predilección por el sushi se sumó a la de los buenos vinos, las charlas interminables continuaron y también las historias, no tan repetidas como podrían sugerir los años que cargábamos, y hasta los pequeños “mimos” que nos prodigábamos, como las innumerables reproducciones con las que me colmaba y las atenciones con las que yo intentaba sorprenderlo :

-Juan, ponéte del otro lado...

“No, prefiero desde acá, este es uno de los autos que más me gustó, sácame acá”

-Dale...

“Este Lancia D24 que manejó el Chueco es tan hermoso...”

ROD

...............................................................................................................

Últimas Noticias: