Desde 2014, el ejecutivo portugués ha guiado al grupo PSA llevándolo, casi desde la bancarrota, hasta los números positivos, a lo que habría que sumarle su eficiente gestión con Opel/Vauxhall las que, integradas a PSA, dejaron de padecer rápidamente las pérdidas crónicas que tuvieron durante casi toda su existencia como subsidiarias de General Motors.
Ahora, ante la probable fusión entre FCA y PSA, el nombre de Tavares, que aparece como el CEO de dicha alianza, surge nuevamente ante los que podrían ser sus máximos desafíos: revitalizar Alfa Romeo y reubicar a Lancia.
La primera, no respondió como se esperaba a ninguno de los estímulos que recibió, desde Sergio Marchionne, el ex CEO de FCA que fue factótum de su relanzamiento, hasta los intentos de su sucesor Mike Manley, quien en un año y medio de gestión decidió que la idea de su antecesor era inalcanzable y propuso a los inversionistas, una gama de solo cuatro modelos respecto de los siete originales que se habían planteado en el “plan 2018”.
Por su parte, Lancia, poco menos que “condenada” por Marchionne a sobrevivir en Italia, sorprendió a propios y extraños, con ventas en ese escenario superiores a las de Alfa en toda Europa!!!; razón por la cual, más allá de su obligado ostracismo y su marco acotado -aunque avalada por sus números- al menos, requiere algún tipo de reorientación.

Volviendo a Alfa, la primera generación de Giulia y Stelvio tuvieron un rendimiento pobre, con una caída del 42% en las ventas hasta septiembre en Europa. Las entregas de la marca también disminuyeron un 27% en los EE. UU., reducciones que contribuyeron a la decisión de FCA de reducir los planes de productos de Alfa, una medida que también ayudará a grupo y marca a reducir el gasto de inversión.
Tanto Alfa como Lancia, recibieron algunas buenas noticias el mes pasado cuando Tavares, el probable CEO del mega-grupo FCA/PSA, manifestó que en caso de que la fusión no presente grandes dificultades –por el momento, no previstas- ninguna marca se cancelará a la hora de la confirmación de la alianza. A partir de lo cual, es de suponer que Alfa deberá operar con una pequeña y desactualizada gama de productos durante los próximos dos o tres años, mientras que Lancia –acostumbrada a ese tipo de gestión a partir de que tiene un solo modelo, el Ypsilon- podría hasta verse más favorecida, ya que cualquier cosa que se intente con la marca, es de suponer que la posicionará mejor de lo que está en la actualidad.

Otras notas positivas para ambas es que Tavares -amante de autos y marcas con leyenda, y la competición-, resucitó con éxito la marca de bajo volumen Alpine cuando era el nº2 en Renault, y tendría a disposición las plataformas de PSA para fortalecer la futura gama tanto de Alfa como de Lancia, asegurando un flujo más regular de nuevos productos que los que han tenido en los últimos 15 años. Tavares, sin embargo, es por sobre todo “un ejecutivo con una misión”, que quiere y necesita marcas y modelos que generen ganancias y no dudará en tomar las decisiones más difíciles priorizando esto último.
Intentar transformar a Alfa Romeo en una marca Premium con modelos para cada segmento sería una tarea titánica. Las tres alemanas que dominan en ese nicho, tiene entre 25 y 33 estilos diferentes de carrocerías y manejan volúmenes de alrededor de dos millones de vehículos por año. Alfa está muy lejos de ser una marca potable para desafiarlos...
A pesar del prestigio de Alfa Romeo y de Lancia y de la seducción que sin duda ejercen sobre los ejecutivos más identificados con el ámbito automotriz, la tarea de reubicar a ambas no será simple para ninguno de los que tengan a cargo de la decisión sobre “qué y cómo” hacerlo, aunque por los antecedentes, si alguno podría atreverse a intentar un futuro sostenible para ambas, este debería ser Carlos Tavares.

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