El SUV compacto de la marca de origen estadounidense hizo debutar una nueva versión en Ginebra, apelando a la hibridación enchufable, que renueva las posibilidades de una silueta tan reconocida como popular que, en este caso, también aporta para favorecer su encuadre dentro de las actuales normas de emisiones (en la ocasión, estuvo acompañado por similar versión del Compass).
La hibridación es el instrumento al que Jeep recurrió para reducir los niveles de contaminación del modelo, y esta nueva versión Hybrid estrena dicha tecnología electrificada basándose en un motor 1.3 FireFly turbo (delantero) acompañado por un propulsor eléctrico (trasero) logrando una configuración de tracción integral.
El conjunto ofrece una potencia de 190 CV y será capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 7s1/10, con emisiones de CO2 por debajo de los 50 gramos/kilómetro y una autonomía en modo puramente eléctrico cercana a los 50 kilómetros, gracias a la energía almacenada en su paquete de baterías de iones de litio.
La nueva alternativa mecánica no incidió en su estética ya que la versión híbrida del B-SUV de Jeep no será muy diferente al resto de la gama, con algunos sutiles detalles que lo distinguen del resto de las versiones.
Sobre el capot cuenta con decoración específica, mientras que los retrovisores van pintados en color gris y en el portón trasero el logotipo «4×4 e» es lo único que sugiere que se trata de un modelo híbrido.
En el hábitat, estrena una instrumentación específica que incluye información relativa al sistema de propulsión híbrido y al estado de las baterías, además de los datos relacionados con el consumo, el modo de conducción y de tracción eAWD.
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