Especiales HACE 60 AÑOS NACÍA EL MITO DE...

JUAN SIN PAR

06/07/2018. Un día como hoy, en el GP de Francia de 1958, Juan Manuel Fangio corría su última carrera de F1 y legaba a la posteridad, además de números imbatibles, hechos irrepetibles: no volverá a haber un piloto que logre cinco títulos mundiales y dos subtítulos con cuatro marcas diferentes y tampoco quien lo consiga en solo siete temporadas y a partir de sus 40 años!!!...

Cuando se bajó de la Maserati 250F (chasis 2532) con el número 34, ya sabía que sería el último auto de carrera que manejaría…
Cada vez que había tenido ocasión de hacer una nota con Fangio (habrán sido más de una docena de entrevistas, para cada recordatorio, referencia alusiva, aniversario, etc) y tocábamos ese punto, El Más Grande... comenzaba a monologar y no había necesidad de repreguntar…
"Hacía algunos meses que no me subía a la Maserati y cuando lo hice me dí cuenta de que algo no estaba bien. Llegué a boxes y le pregunté a Guerino (Bertochi, su mecánico) ¿Qué pasó con el auto?, está diferente…
- “Debe ser por los amortiguadores” -me contestó.
- ¿Y por qué no los cambiamos por los que siempre usamos? –pregunté.
- “Es que para poner estos, pagan. Son de una empresa holandesa…"
.
Ese había sido el primer llamado de atención para el lúcido argentino, analítico como pocos, perceptivo como ninguno…
“Hacía algunas carreras que venía pensando lo mismo: había estado casi 10 años corriendo en Europa y había logrado cinco títulos, el médico de mis padres me había dicho que ya estaban grandes, comencé a pensar que un día podía volver y que quizás fuera demasiado tarde.
Además, la F1 entraba en una nueva época, comenzaban a aparecer los sponsor, los que pagaban por tal o cual cosa, hasta tenía un representante que discutía mis contratos!. Aparecían autos más chicos, con motor atrás, había que empezar a ver todo de otra forma.
Ese día, en Reims, un circuito con rectas largas, tuve ocasión de pensar todavía más, no había largado bien, pero recuperé porque algunos autos abandonaron, pero cuando venía segundo de Hawthorn, se me rompió el pedal de embrague…me dí cuenta que había sido porque lo habían agujereado para quitarle peso…
Llegué a boxes, le dí el pedal roto a Guerino casi sin hablarle y él me pidió que siguiera. Hice el resto de la carrera sin embrague, cambiando “de oído”…

El proceso que derivó en el retiro definitivo del balcarceño tuvo su punto culminante cuando en ese mismo GP, Hawthorn , quien finalmente lo ganaría, se colocó detrás de él a punto de sacarle una vuelta. Sin embargo, se contuvo y viajó como una estela detrás de la Maserati herida. Siempre perspicaz, El Quíntuple confirmó que eran, precisamente, ese respeto que demostraba el inglés y esos códigos los que tampoco iban a ser los mismos en los tiempos que venían…
Juan Manuel Fangio miró hacia el costado, y el asfalto de Reims le devolvió la sombra de la Ferrari de Hawthorn, dándole la certeza de que el momento había llegado.
Cruzó la meta en cuarta posición, sin perder la vuelta pero a 2m30s del vencedor, y al llegar a boxes, con su gesto sereno de siempre, aunque ocultando una mezcla de angustia y alivio, solo musitó, “No corro más. Esta fue mi última carrera”.
A partir de ese momento, la magnitud de lo logrado, de fenomenal pasó a abrumadora.
Cinco títulos y dos subcampeonatos, con cuatro marcas diferentes. En 51 GG.PP largados, 48 fueron desde la primera fila –incluyendo 29 poles-, 23 récords de vuelta, 35 podios y 24 victorias. Su primer título llegó a los 40 años de edad, cuando la gran mayoría de los pilotos piensa en la jubilación; el último, fue cuando tenía 46, a la edad en que, probablemente, pensaba que podía ser abuelo “cualquier día de estos”.
Y todo logrado con estilo, gracia, nobleza y hasta un singular sentido del honor que no se había visto antes y que escasamente aparecería después en una F1 a donde llegó, comparativamente, “casi como un viejo”, por lo que, además del respeto de sus rivales, se ganó la admiración suficiente para que lo consideraran como “El Maestro”.
Cuando llegó a Europa a los 38 años, lo hizo con un repertorio sin igual de contracción al esfuerzo, comprensión de la mecánica, experiencia en carreras realmente duras –locas aventuras por las rutas de Argentina y Sudamérica con el TC de los ’40-, autodisciplinado y riguroso.
Desembarcó en una actividad donde la mayoría de sus rivales tenían antecedentes privilegiados, en algunos casos hasta aristocráticos, muy alejados de los orígenes humildes de Fangio, nacido y criado junto a sus cinco hermanos en la por entonces polvorienta Balcarce.
La poción, sin embargo, estaba perfectamente equilibrada y su resultado fue nada menos que El Piloto Más Grande De Todos los Tiempos.
R.O.D.




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