Opinión STC 2000 EN EL ZONDA

LA QUEBRADA RUGIÓ EN TODA SU DIMENSIÓN

06/11/2017. El circuito más imponente de la Argentina (también conocido como “La Quebrada Rugiente”) vivió una jornada de emoción, virtuosismo y espectáculo, entre otras cosas, a través de un impresionante mano a mano entre Werner y Ardusso que revalorizó su condición de clásico de la categoría en su cumpleaños nº 50…

Aún contra todo lo que pienso de “la categoría más tecnológica de Sudamérica” (su carácter de monomarca –y por lo tanto, con perfil promocional-, la relativa validez de esto en lo que respecta a costos acotados y una conducción errática, entre otros ítems), el STC 2000 entregó ayer una demostración que estuvo a la altura de sus más memorables presentaciones.
Con todos los ingredientes de una gran carrera a cargo, principalmente, de los que se batieron por la victoria, Werner y Ardusso, a quienes se sumaron circunstancias muy particulares que no hicieron más que jerarquizar lo que terminó siendo la carrera más emotiva de los últimos tiempos.
En primer lugar, el protagonismo de quienes, luego de la fecha de El Zonda, quedaron como los tres máximos aspirantes que luchan por la corona 2017 de la categoría (Ardusso 1º con 174 puntos, Werner 2º a 19 unidades y Pernía 3º a 35). Luego, la presencia de una de las más gratas revelaciones de la especialidad, Damian Fineschi, a cargo de un Focus particular, vencedor de la carrera clasificatoria sabatina (interesante alternativa tipo “sprint” que tuvo solo 12 vueltas y ordenó la grilla para la prueba principal del domingo a 38 vueltas). Y por último, un marco que, celebrando su cumpleaños nº50 continúa mostrando, no nos cansamos de puntualizar, dosis justas para la práctica del mejor automovilismo: exigencia y riesgo sobre una traza, como El Zonda/Eduardo Copello, acorde para “la más tecnológica…” como muy pocos.


El resto estuvo a cargo de una vuelta inicial donde Werner prevaleció sobre Fineschi (ambos largaron en primera fila ) no sin que hubieran algunos roces; el avance incontenible de Ardusso (3º el sábado) hasta llegar al paragolpes del 408 de Werner; la batalla entre ambos durante toda la carrera separados por pocos metros y, a menudo, refregando la chapa y los plásticos de sus autos en varios tramos del circuito (inclusive "dándole la razón a quien suscribe" y haciéndole volar el emblema del rombo en la parrilla) y, sobre el final, la llegada al dúo puntero del tercero en discordia, Leonel Pernía –con un Fluence oficial similar al de Ardusso- en actitud expectante, a medio camino entre favorecer a su compañero y tratar de sacar el máximo rédito posible.
No hubo caso, Mariano Werner puso al servicio de su triunfo todo el abanico de recursos que contiene su experiencia, con una silueta 408 bien descargada aerodinámicamente y, por lo tanto, veloz en lo derecho (¿se habrán acordado de cuando anduvo sin alerón en Rafaela?) aunque no tan dócil en otros tramos, precisamente, a la inversa del Fluence de Ardusso, probablemente, el mejor auto que hubo en carrera (el récord de la pole así lo atestigua).
Confrontación que definió la posición de líder de Werner y hasta su desprolija forma en defenderla, para volver a ganar (cortando una racha de cinco triunfos Fluence) en una secuencia numérica que da para pensar: volvió a ganar luego de 44 presentaciones en la categoría –precisamente, el número de su auto-, y lo hizo por 403 milésimas, la misma cifra que bautizó al modelo con que Peugeot inició sus operaciones comerciales en Argentina que, en este 2017, cumplieron sus primeros 60 años…
ROD
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