Según ejecutivos y analistas, es el declive del diésel, el que finalmente ha sentado las bases para la electrificación en masa, fenómeno que se disparó como consecuencia del escándalo del software engañoso de VW que manipulaba las emisiones de NO2 (dióxido de nitrógeno) de sus diésel.
Sin embargo, el cambio subsecuente hacia los motores nafteros, traerá aparejado un previsible crecimiento de las emisiones del dióxido de carbono (CO2), proponiendo un escenario no menos complejo y tan o más difícil de afrontar, tanto para los responsables de implementar las normas de emisiones, como para los fabricantes de vehículos que deben adecuarse a ellas: en 2021, el objetivo de la Unión Europea es disminuir las emisiones de los actuales 130 gramos de CO2 por kilómetro a 95 gramos.
Ante tamaña encrucijada, la alternativa de unidades híbridas de 48 voltios ó "suaves", vehículos que incorporan algo de energía eléctrica sin un desarrollo demasiado costoso y que son derivados de modelos nafteros existentes, parece ser la salida más viable, al punto que ya están siendo desarrollados sin demasiada promoción por marcas como VW, PSA, Mercedes-Benz y Volvo, en lo que supone ser la mejor alternativa para ocupar el lugar de los diésel en el futuro mediato.
La propuesta de Volvo de "electrificar" toda su gama para el 2019, inicialmente tomada como una determinación audaz, ahora se emparenta más con la realidad de toda la industria.

El grupo PSA, que no había evaluado previamente la necesidad de híbridos de 48V, ahora planea presentarlos "a toda velocidad" en respuesta a la caída más rápida de lo esperada del diésel, según Patrice Lucas, jefe de programas de Peugeot.
El próximo Golf de VW, un referente en autos compactos, llegará con sistema eléctrico de 48V en 2019; Renault fue uno de los primeros en adoptar híbridos de 48V para sus Scenic y Megane, mientras que Nissan y Hyundai están entre otros fabricantes generalistas que incorporaron la misma alternativa.
Al cuadruplicar el estándar de 12 voltios en los sistemas eléctricos de unidades convencionales, permitiendo que un motor adicional alimente con potencia extra al tren de impulsión, complementando al motor de combustión interna, los fabricantes pueden transformar sus nafteros en “híbridos suaves” sin rediseñar la arquitectura del vehículo, ni modificar sus líneas de montaje.
El motor ofrece un momento de par de torsión notable y recupera la energía en frenado para recargar la batería, alternativa tecnológica más pequeña y barata que la requerida por los vehículos eléctricos o “híbridos completos" como el Prius de Toyota, que normalmente funcionan con 100/300 voltios. El cálculo inicial habla de un costo total de fabricación de entre u$s 600 y u$s 1.200 por debajo de un diesel equivalente.
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