En el último Goodwood Revival, sucedieron un par de circunstancias con fuerte implicancia en lo que tiene que ver con el máximo piloto de todos los tiempos, nuestro Juan Manuel Fangio.
El principio, la presencia en el tradicional festival -en el no menos tradicional circuito- de los hijos del Quíntuple, Oscar Espinoza (Cacho) y Rubén Vazquez, quienes llegaron al escenario “como hijos de cualquier vecino”, pagando la entrada y previo a una visita acordada al Sumo Pontífice, Francisco, en el Vaticano.
La dirección del festival, enterada de esto, envió a su habitual anfitrión, el escritor y periodista Henry Hope-Frost a recibirlos con las formalidades del caso, quien no tuvo mejor idea que posar con ambos alrededor de la Maserati 250F con la que el Checo ganara su carrera más recordada, el GP de Alemania de 1957 en Nürburgring.
El mismo Hope-Frost sintetizó la reunión, “fueron encantadores, mostrándome fotos en sus teléfonos con su padre. 'Cacho', cuyo inglés fue lo suficientemente bueno para hablar de su campaña en F3 en 1966, que incluyó una carrera aquí en Goodwood, se emocionó al ver nuevamente a la 250F que condujera su padre. Fue una experiencia surrealista en todos los sentidos”.
El otro protagonista de la singular parada automovilística fue nada menos que Jackie Stewart (78), triple campeón mundial de F1 quien, adolescente en 1957, seguía los pasos de su héroe, Juan Manuel Fangio, al volante de la exquisita Maserati 250F en camino a un quinto título mundial.
Por aquellos tiempos, hacía poco que había comenzado a soñar con embarcarse en una rutina similar a la de su héroe, aunque nunca supuso que un día tendría en sus manos aquella Maserati 250F chasis 2529 que con El Maestro lo deslumbró en esa carrera de Alemania y no pudo ocultar su emoción al acelerarla en Goodwood…
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