Industria Automotriz PRECISIONES

MUSTANG EN BLANCO Y NEGRO

23/09/2016. La euforia por el desembarco en Argentina no oculta sus pocas originalidades, limitaciones y falsedades…

Alejados de todo lo que significó la presentación del Mustang en Argentina, por ignorancia del departamento de relaciones públicas de Ford Argentina pero, además, por otras ocupaciones profesionales, no nos inhabilita para opinar sobre un vehículo al cual le hemos dedicado más de media docena de notas durante lo que va de 2016, amén de otras, realizadas durante gran parte de sus más de 50 años de historia, en distintos medios.
Nos inspira, sobretodo, la singular euforia de algunos informadores de distintos ámbitos –inclusive especializados- , poco menos que ‘extasiados’ ante el primer contacto con el auto en cuestión, destacando hasta la exageración, algunas características del recién arribado Mustang, a nuestro leal saber y entender, un buen deportivo generalista.
Actitud comprensible en la mayoría de los casos, si pensamos que, si bien el deportivo de Ford es realmente un auto distinto, en general, nuestro ámbito, dista sensiblemente del ‘primer mundo’ a nivel automotor.
Hecha la salvedad que le da la derecha al asombro, nuestra intención –como el título lo adelanta- es hablar del Mustang poniendo las cosas “en blanco y negro”, intentando alguna objetividad más que solo sensaciones.
En primer lugar está el nombre, que a pesar que se lo identifica –comenzando, casi románticamente, a construir su imagen- con los caballos salvajes que hasta hoy pululan por las praderas americanas y son tomados como íconos de libertad (descienden de aquellos que trajeron los conquistadores), remite a otro ícono no menor, el Mustang P51, el mejor avión de caza americano de la IIª Guerra Mundial (aunque para ello tuviera que adoptar el legendario motor británico Rolls Royce Merlin en lugar del Allison original) que si adoptó –directamente- el nombre de los ponies citados.


Cuando se decidió que el Mustang fuera otro de los modelos globales de la marca, hubo que actualizarlo convenientemente.
Paulatinamente, fueron desapareciendo aquellas características mecánicas que lo emparentaban con todo lo americano.
Algunos de estos cambios fueron los más destacados que el modelo sufrió en toda su historia para presentarse como un modelo actual. Afuera el efectivo, pero antediluviano, V8 Boss 302” (4.9 litros) con árbol de levas central, ‘varillero’, 16 válvulas, alimentado por carburador…En su lugar, apareció el Coyote 5.0 litros, también V8 pero, como la gran mayoría de los motores europeos, con doble árbol de levas a la cabeza, 32 válvulas, inyección, etc, etc.
Lo propio sucedió con las transmisiones, que debieron actualizarse rápidamente a favor de sistemas con mayor fraccionamiento, primero con versiones M6 y luego con modernas opciones manuales/secuenciales ó automática, y con levas tras el volante.
También quedó de lado el eje trasero rígido, tan clásico de muchos modelos americanos, reemplazado en esta versión, destinada a más de 100 puntos de venta en el mundo inclusive la Argentina, por un sistema multibrazos, también de origen europeo, todo un paradigma en un deportivo que se precie como tal.
El destino global del modelo, sobretodo pensando en Europa, hizo que el Mustang también recibiera el motor Ecoboost 2.3 de cuatro cilindros (también podría llegar aquí más adelante), lo que dejó al descubierto el que, probablemente, sea el fraude más destacado del modelo: el sonido de dicho motor no es el real…


Algo que se presumió desde que se anunció que el ‘muscle car’ iría a Europa equipado con dicha unidad. La moda de virtualizar el sonido de los motores a través de los parlantes del auto, no cesa en su empeño en “vender gato por liebre”, y conocer que en Ford recurren a este truco, es bastante defraudatorio.
Al respecto, para los embelesados con “el sonido del V8”, conviene aclarar que los sonidos de los motores, están directamente relacionados con el sistema de escape y/o los silenciadores respectivos y no con la configuración del motor.
El Mustang se mantuvo como un deportivo tradicional que, salvo contadas excepciones, no salió de los EE.UU durante casi 50 años.
Durante ese período y sin la exquisitez y tecnología de un Porsche, Aston Martin o Maserati, logró, es cierto, componer una imagen única como creador de un segmento que luego siguieron otros (a propósito del mal gusto de GM Argentina aludiendo a que su Camaro llegó primero, buena ocasión para recordar que ellos, llegaron, se fueron y volvieron a llegar, mientras que Ford vino y se quedó…).
En ese ámbito, decíamos, se destacó por un cierto atrevimiento y ‘rebeldía’ en un mercado de vehículos mayormente, convencionales, sobredimensionados, gastadores y aburridos, cosa que, tomando las palabras de un conocido político argentino, poco menos que “lo condenaron al éxito”
RD


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