Los objetivos globales para reducir, cada vez más, los gases que incentivan el efecto invernadero, están provocando dramáticos cambios en la industria automotriz.
Al impulso tomado por trenes de impulsión híbridos, downsizing, neumáticos con bajo índice de rozamiento, optimización aerodinámica, etc, habrá que agregarle la participación de aleaciones ligeras de aluminio en reemplazo de otros materiales más pesados en la construcción de vehículos.
Algunos ejemplos le dan la derecha a dicha inclusión, como son los esfuerzos que viene haciendo Audi al respecto (quien aplicó su construcción tipo Ultra/lightweight technology en la competición en forma experimental y luego la trasladó a sus vehículos de serie), los 317 kilos menos de peso que se consiguieron con la aplicación de aluminio en la pick up Ford F-150/2016, las inversiones de JLR (Jaguar Land Rover) en plataformas de aluminio para varios de sus modelos de sus distintas marcas, etc, etc.

A estas evidencias, se le sumarán otras cuando, para 2021, las normas de emisiones establecidas por la UE (Unión Europea) desciendan todavía más, pasando de los 130 gr/km de CO2 actuales a 95 gr/km.
Cifras significativas que, según funcionarios de la industria metalífera, podrían elevar la presencia de aluminio en los vehículos a 180 kilos por unidad de los 140 kilos que promedian en la actualidad.
Con otro indudable beneficio, como bien puntualizó Gerd Gotz, director general del organismo de la industria europea del aluminio, “…los vehículos no terminarán sus días en un desarmadero o como chatarra y sus partes de aluminio se podrán utilizar una y otra vez por su carácter de reciclables”.
El objetivo de la industria del aluminio es conseguir que fabricantes, tanto emblemáticos como generalistas, -Mercedes-Benz, Audi, VW, PSA Peugeot-Citroen, etc- se aboquen a la intervención del aluminio en sectores cada vez más importantes de sus productos, que irían desde puertas, capot y plataformas, hasta motores, inclusive en berlinas del alta gama y gran tamaño.