“Es apropiado que hayamos buscado caminos separados para FCA y Ferrari”, con esta pragmática declaración, Sergio Marchionne ingresó al edificio de la Bolsa de Valores de Nueva York para dar, literalmente, el campanazo de largada a la salida a venta de casi el 10% de las acciones de Ferrari, en el día de su debut en bolsa.
Utilizando la palabra Race como símbolo de su cotización (el ansiado Red no estaba disponible), Ferrari salió a ofrecer 17.175.000 acciones con un precio inicial de u$s 52 por acción, algo así como el 9% de su participación, una fracción del 90% que tienen los accionistas, mientras que el restante 10% pertenece a Piero Ferrari, el único hijo vivo del legendario Enzo Ferrari, fundador de la marca.

En un momento determinado, las acciones se cotizaron con algo más de un 15% de aumento respecto al precio-base lo que las llevó a orillar los u$s 61 por acción, aunque, finalmente, el aumento retrocedió hasta el 9,44% lo que fijó el precio, a las 15.35 horas de Nueva York, en u$s 56,91.
Esta presentación de Ferrari en Wall Street creó una verdadera marea roja en las adyacencias de la Bolsa de Valores de Nueva York, donde no faltaron gran cantidad de inversionistas con detalles en rojo, ocho Ferrari en la puerta del edificio incluyendo un modelo de F1 y la presencia, además de Marchionne, de John Elkann, biznieto de Gianni Agnelli y presidente del grupo Exor que rige los destinos de Fiat y del propio Piero Ferrari.