“Vamos a revisar todas las inversiones previstas y lo que no sea absolutamente vital será cancelado ó retrasado”, planteó hoy el nuevo CEO Matthias Müller, ante 20.000 empleados en la sede de VW en Wolfsburg, y como para refirmarlo continuó, “es por eso que vamos a volver a ajustar nuestro programa de eficiencia, pero quiero ser completamente claro: esto no será sin dolor”.
Probablemente, el sonado caso conocido como Emisiongate inicie, a partir de estas declaraciones, su faceta más dramática, cuando las profundas y drásticas medidas que requiere un caso de esta magnitud, comiencen a comunicarse y luego a implementarse.
No es para menos, atrás de lo sucedido, hay unas 11 millones de unidades del grupo VW afectadas por el software que adulteraba las emisiones de los motores diesel de la serie EA 189 (2.0 litros).
Volumen que, según Müller, hará que los 6.500 millones de euros (unos u$s 7.300 millones) destinados en principio a las modificaciones o reparaciones necesarias para encuadrarlos dentro de las normas de emisiones, no sean suficientes siquiera para cubrir las multas y los posibles daños y perjuicios.
El grupo VW maneja varias alternativas entre las que se destaca una accesible y simple actualización del citado software y, en segunda instancia, su reemplazo total en cierto número de vehículos, aunque se estima que, en EE.UU, solo el valor de las multas podría exceder los u$s 7.400 millones.
Esta magnitud afectaría, de acuerdo a lo expresado por Müller, las inversiones previstas, entre las cuales (según analistas de JP Morgan Chase & Co) se encontraría la planta mejicana de Puebla, para cuya ampliación se habían previsto cerca de u$s 1.000 millones, donde se fabrican los Golf, Golf Variant, Beetle y Vento que llegan actualmente a la Argentina.