Porsche volvió a ganar en Le Mans es el título indiscutible, sin embargo, era solo una de las alternativas que estaban contempladas en los planteos previos: porque iba a ser de Porsche o continuaría ganando Audi.
Toyota ya había demostrado estar relegada a pesar de su evolución técnica del año pasado a este y Nissan era una verdadera incógnita, que se develó en su debut, precisamente en Le Mans, con una performance que distó mucho de sus aspiraciones.
Sin embargo, lo que no se podía anticipar era la forma en que se iban a materializar los pronósticos. Porsche abrumó en clasificación con el 1-2-3, orillando el tiempo de la pole los 250 km/h, no obstante, ante la imposibilidad de luchar contra esto, Audi se centró en la carrera y prometió, “estaremos a ritmo”.

Y aquí conviene resaltar la propuesta reglamentaria de una especialidad como son los LMP1, los que corren por la victoria absoluta, que enfrentó en este caso a la que en los papeles era la mayor disparidad de conceptos entre rivales: los Porsche con sus motores V4 de 2.0 litros, turbo nafteros, frente a los V6 de 4.0 litros TDI de Audi, cuyos sistemas de recuperación emparejan las posibilidades con acumulaciones de energía de 8MJ (megajulios) para Porsche y de 4MJ para Audi. Eso sin contar con la propuesta de Toyota (motor naftero V8/3.7 litros aspirado normalmente y recuperación de 6MJ), que lejos de la performance de las marcas alemanas, en esta ocasión no tenía lugar en este juego de las comparaciones.

Y la carrera respondió al gran acierto de este reglamento.
Lo de clasificación, tal como se suponía, fue poco menos que un espejismo. Los Porsche fueron muy veloces, pero no para tanto como indicaban los tiempos del ordenamiento.
Al punto que fueron los Audi los más rápidos, aunque esto se equiparaba con las detenciones más espaciadas de los Porsche (tienen tanques de combustible más grandes) y el gran, e inesperado, ritmo de los autos de Stuttgart.
Con leve predominio de Porsche y los Audi a sus talones se corrieron las primeras horas.
Por ejemplo, a las 8 horas de competencia, Webber y su Porsche batallaban, a la décima en los relojes y en la pista, con el Audi de Treluyer, por el primer lugar.

Los tres Audi fueron los únicos autos que bajaron los 3m18s para sus mejores vueltas, pero los Porsche seguían firmes, habiendo logrado también un buen rendimiento en sus neumáticos, lo que, junto con un correcto desempeño en el siempre complicado tránsito de Le Mans, es una de las cartas de triunfo de cualquier marca con aspiraciones de triunfo en el circuito francés.
Establecida la paridad en esos términos, era obvio que todo iba a ser muy parejo y que solo podían definir errores o problemas mecánicos.
Y estos siempre están a la orden del día en una carrera de 24 horas...
Primero fue el aparatoso accidente del Audi nº8 de Duval rozándose con un GTE y pegándole al guard rail. No obstante la celeridad con que el auto fue reparado (poco más de cuatro minutos) en una carrera tan cerrada, esto marginó sus posibilidades con casi dos vueltas de retraso.

Una goma pinchada en el Audi líder, el nº7 de Fassler-Lotterer-Treluyer, que luego se sumó a problemas de fijación de la carrocería, un cambio de aceite y un par de paradas más para revisiones, eliminó al auto más veloz de la carrera (con 3m17s475 a 248,450 km/h fijó el nuevo record del circuito).
Finalmente, el Audi nº9 perdió cerca de 20 minutos en boxes por un cambio de eje de transmisión delantero y allí se esfumaron las aspiraciones de la marca de los cuatro anillos.
Como contrapartida, Porsche sufrió un fuera de pista de su tripulación más fuerte (el nº 18 de Lieb-Jani-Dumas) y el nº17, que finalmente terminó segundo, tuvo una penalización de un minuto por una infracción en pista.
Lo dicho, solo este tipo de alternativas podían definir el destino de estas 24 Horas…

Y fue el que no tuvo problemas y cuya tripulación se equivocó menos, el Porsche nº19 de Bamber-Tandy-Hulkenberg, trio que no participa en el torneo WEC habitualmente y que, en principio, solo iba a correr en Spa y Le Mans, el que se vio beneficiado, a través una regla que en Le Mans, adquiere una relevancia muchísimo más determinante que en cualquier carrera, porque así como es de grande su dimensión deportiva y su exigencia, es el precio a pagar por errores y fallas…
Pero Porsche volvió a ganar en Le Mans, alcanzando su victoria nº17, y esto no solo se consiguió por haber cometido menos errores o sufrido menos problemas.

La marca alemana logró un 1-2 en su vuelta a la victoria en Le Mans, los ganadores tomaron el control de la prueba en la novena hora y no la abandonaron más, dieron solo dos vueltas menos que record absoluto de la prueba (397 giros), recorriendo más de 5.382 kilómetros a 224,200 km/h, el segundo promedio más alto de la historia, nadie podría decir que fue una victoria regalada…
En LMP2 la victoria fue para Howson-Bradley-Lapìerre con su Oreca 05-Nissan (a más de 203 km/h de promedio), con un Gibson y un Ligier en la misma vuelta en una magnífica demostración de la categoría más nutrida con 19 autos. La gran mayoría equipados con mecánica Nissan y durante toda la competencia corriendo por delante del propio LMP1 de la marca nipona que debutaba en Le Mans…

En los últimos tramos de la prueba, problemas mecánicos y accidentes marginaron el sólido trabajo de los Aston, dejando el camino libre, al Chevrolet Corvette C7R de Gavin-Milner-Taylor en Pro (a 190,800 km/h) y de la Ferrari 458 Italia de la tripulación rusa Shaitar-Basov, acompañados en la ocasión por Bertolini, piloto de pruebas de Ferrari, entre los Am (a 188,300 km/h).
Le Mans entregó su prestigioso veredicto ante más de 263.000 personas, con alto nivel de competencia, vertiginoso ritmo, grandes emociones y todo el drama y la gloria que propone su exigencia.
Por eso convoca a lo mejor del automovilismo mundial y responde en consecuencia.