Finalmente, Rolls-Royce decidió construir un SUV a través del cual ingresará al segmento más dinámico de los últimos tiempos, aunque para la marca, significará un verdadero momento de quiebre por ser la diversificación más importante en sus 111 años de existencia.
Una decisión que el propio CEO de la marca, Torsten Müller-Ötvös, había adelantado hace poco más de 15 días atrás y que, según dijo, se tomaría durante el transcurso del año.
De esta forma, Rolls-Royce, se pone a la altura de su rival más tradicional, Bentley, y de otros competidores de fuste como, Porsche, Mercedes-Benz, etc, en un escenario que no debería de resultarle tan extraño, considerando su especialización, más que en autos, en verdaderos buques-insignia en cuanto a representación y dimensiones.

Según fuentes oficiales, la decisión fue tomada a instancia de los numerosos pedidos de gran parte de su clientela tradicional y, en parte, se aceleró a raíz de la noticia de que Bentley había recibido unas 4.000 reservas por su Bentayga que llegará en 2016.
Precisamente, Rolls-Royce, en el mejor año de su historia, el año pasado vendió 4.063 unidades, por lo que no resultaría descabellado pensar que podría agregarle a esta cifra un 25-30% más de la mano del nuevo SUV, por más que desde la compañía insistieron en que “ese no es el punto”, ya que sus clientes se preocupan mucho más sobre la exclusividad.
Si bien no se especificó fecha de lanzamiento aproximada, se supo que el nuevo SUV de Rolls estaría impulsado por el motor V12/ 6.8 litros del Phantom actual y que poco después de su lanzamiento, ya podría contar con una versión híbrida.