Lo que debería ser un derecho para los usuarios y una obligación moral para los fabricantes, no parece ser moneda corriente en algunos mercados emergentes que, cada vez más, parecen destinados a ser fuentes de recaudación antes que verdaderos escenarios de desarrollo social, tecnológico y comercial de la industria automotriz mundial.
Es cierto que algunos elementos de seguridad encarecerían algunos productos, alejándolos de sus potenciales usuarios, pero no es menos cierto que en varios casos, las deficiencias que presentaron varios vehículos tuvieron que ver con cuestiones básicas y que parecieron más emparentadas con la indiferencia y el aprovechamiento abusivo, que con una cuestión de costos.
De todas formas, la utilización de materiales con cierto grado de nobleza, el doble airbag frontal y las columnas de dirección telescópicas, elementos amortizados, precisamente, por su alto grado de inclusión en los vehículos modernos, tendrían una influencia menor en el precio final de algunos productos, especialmente, en comparación con lo que significa una pésima publicidad en función de un tema urticante como es la seguridad.

Sin embargo, esto no pareció ser tenido en cuenta en los casos que presentamos, donde los inconvenientes fueron de nivel básico, con estructuras deficientes que no parecieron contar con los mismos estándares de integración de materiales y construcción que otros vehículos de las mismas Nissan-Datsun y Suzuki-Maruti.
Ambos fabricantes cumplen con las normas vigentes en la India, ciertamente, sin embargo, el compromiso moral para con la sociedad implica algo más que el cumplimiento de reglas no siempre escritas correctamente en algunos escenarios.
Rasgo que debería aparecer en algunos casos en que las autoridades locales no tienen el mismo conocimiento de aspectos técnicos como seguramente si lo tienen los fabricantes de vehículos y ahí es donde debería aparecer la moralidad reclamada.