Se trata de un vehículo de competición que bien podría lanzarse a la calle, civilizadamente, tanto bajo el logo Renault ó como primer proyecto de Alpine.
Sin embargo, su actividad primigenia lo apunta a convertirse en protagonista excluyente de una nueva especialidad monomarca que servirá de acceso a los torneos de resistencia y pruebas de larga duración de las distintas categorías del Campeonato Mundial de Resistencia (WEC).
Trae el mismo motor que el usa el Nissan GT-R, ubicado en posición trasera-central, un V6/ 3.8 litros, biturbo, de más de 500 CV y con un torque superior a los 61 kgm, que va montado sobre un casco que responde a las normas FIA para LMP1, la máxima categoría del WEC.

El chasis es clásico, con suspensiones con triángulos superpuestos con push-rod y amortiguadores regulables Ohlins, llantas de 18” con tuerca central, caja S7, discos de freno de carbono (380 mm de diámetro) con caliper con seis pistones por rueda, mide 4m71 de largo, 2m00 de ancho y apenas 1m16 de alto, con una distancia entre ejes de 2m74, singulares cotas dictadas por su condición de auto de competición.
Fue diseñado por Akio Shimizu, quien buscó inspiración en el L’Etoile Filante de record de mediados de los 50, que fue avalado por el mismísimo Laurens van den Acker y contando con el asesoramiento y colaboración de Alain Prost, embajador de la marca en el automovilismo, ¿hacía falta algo más?.