Casi hasta parece una tendencia, cuando los Mercedes por tal o cual cosa flaquean en 2014, allí está Daniel Ricciardo para recordarles el gusto que tiene la derrota…
Aunque en el caso del GP de Bélgica que hoy se corrió en las Ardennes, no fue “ni tal ni cual cosa”, sino una instancia que se anticipaba desde que en Montecarlo, el malestar de Hamilton por una supuesta jugada “sucia” de su compañero Rosberg, yéndose afuera –ex profeso, según el inglés- para que aquella clasificación sabatina se interrumpiera y Hamilton no pudiera intentar batirlo por la pole, le transfiguró la cara al moreno piloto inglés.
Y casi podríamos decir que era hasta “normal”, en un crescendo lógico a medida que la sucesión de las carreras acota las posibilidades, aunque en esta ocasión, creo que se superaron todas las barreras de convivencia, a partir de que hasta el momento, nunca los dos pilotos Mercedes se habían golpeado entre ellos, como sucedió en la “S” de Les Combes esta mañana.

Lo que más allá de convertir en víctima a Hamilton (con la goma trasera izquierda de su auto rota por el exabrupto de Rosberg) y en victimario al alemán (su golpe desde atrás, mereció algo más que la absoluta indiferencia de los comisarios deportivos), anticipa episodios similares y cada vez más virulentos, en tanto y en cuanto ese “inadmisible” que deslizó el mismísimo DD de Mercedes, Toto Wolff, en relación a lo sucedido, no sea acompañado con una auténtica mano de hierro para controlar la situación.
La Copa de Constructores y el prestigio de Mercedes-Benz está en juego y eso es responsabilidad absoluta de la dirección deportiva de Mercedes, con Wolff a la cabeza.

Al menos, eso es lo que sugiere el dominio actual de Mercedes, aunque convengamos que en Spa, el poderío de la marca alemana, fue bastante jaqueado…
Y tal como sucediera en las dos ocasiones anteriores –Canadá y Hungría- a la cabeza de quienes lo intentaron, estuvo Daniel Ricciardo.
Aunque en esta ocasión no fue un “convidado de piedra”, como en sus dos victorias anteriores, estaba en el lugar indicado y en el momento justo, lo que en los términos en que propone la F1 actual, es estar al acecho de los Mercedes, algo que no es poco si pensamos en el resurgimiento de Williams (aunque no consolidado por gestión de equipo), el empuje de Ferrari (más allá del poco feliz momento actual) y de su propio compañero de equipo, el tetracampeón mundial y Niño Terrible de la F1, Sebastian Vettel.

Además, Ricciardo lo hizo en uno de los escenarios menos favorables para la combinación Red Bull-Renault que monta, poco menos que desahuciada en el veloz trazado belga.
Y como si no alcanzara, en otra muy buena demostración de la F1 que, tal como nos está –felizmente- acostumbrando, propone alternativas tan cambiantes como excitantes, con alto nivel de competencia en el grupo puntero y parciales de gran nivel en varios de sus protagonistas (además de los pilotos Mercedes, Bottas, Alonso, Raikkonen hoy, etc, etc).

Hoy en Spa, Ricciardo ganó una gran carrera, hizo lo que había que hacer ante la oportunidad que se le presentó y hasta se dio el lujo de especular con su ventaja para, sin arriesgar el triunfo final, utilizarla con margen para no sufrir sobresaltos.
Demasiado bueno en este año de abrumadora dominación Mercedes y donde, además, fue el único vencedor que tuvieron las tres carreras que no ganó la marca alemana…
R.D