A pesar que las ventas del Ford Fusion híbrido en EE.UU (31.000 unidades en los siete primeros meses de 2014) representan solo una de cada seis variantes convencionales del modelo que se venden, Ford planea introducir en el mercado local un nuevo vehículo híbrido (nafta-electricidad) a fines de 2018.
La idea es competir al Prius de Toyota que, en el mismo período, lleva vendidas 128.000 unidades de su clásico híbrido, aunque no lo hará con la receta actual, esto es un derivado de un modelo existente, sino convertido en el primer vehículo de la marca, diseñado, desarrollado y comercializado exclusivamente como un híbrido.
Las fuentes, que informaron a Automotive News al respecto, indicaron que el nuevo modelo aún no tiene nombre, se hará en las afueras de Detroit y podría, eventualmente, ofrecer varios tipos de siluetas, tal como hace Toyota con el Prius.

Podría haber diferentes alternativas de propulsión a partir de la combinación nafta-electricidad, inclusive una versión plug-in, que se podría recargar a través de la línea doméstica mediante enchufe convencional y que sería la más costosa del grupo.
Todo hace suponer que el nuevo vehículo podría estar en el mercado en 2019, más de 20 años después de la introducción del Prius original en Japón, cuya cuarta generación será presentada por Toyota a fines de 2015.
Ford planea construir su nuevo híbrido en la planta de Wayne, al sureste de Michigan, a razón de 120.000 unidades anuales.

Parte de la tecnología del nuevo modelo, incluyendo motores eléctricos y baterías, se adaptarán de unidades ya existentes en los híbridos actuales de la marca, aunque se espera que en el caso del nuevo modelo, puedan brindar una mayor economía de combustible que la gama actual de híbridos.
El nuevo híbrido de Ford, que lleva el código interno C240, se construirá sobre la nueva plataforma global C2 de la marca, la misma que será usada para las próximas generaciones de Focus y Escape.

Ford, tal como otros fabricantes a nivel mundial, ha invertido fuertemente en tecnología híbrida para satisfacer las cada vez más estrictas normas de emisiones y economía de combustible en EE.UU, Europa y Asia, aunque la demanda por esta tecnología no ha satisfecho todavía las necesidades de los fabricantes.
Probablemente, lo más complicado de la imposición de esta alternativa sea quebrar esa inercia algo que, a juzgar por los resultados, parece haber logrado Toyota con su Prius, que el año pasado superó las 400.000 unidades vendidas.
Todo hace suponer que más allá de las bondades de cualquier producto que se enfrente con el japonés, es necesaria toda una “filosofía verde” alrededor que, según sus rivales, sería la clave de la cual se sirve Toyota para imponer su producto.