Mientras el nuevo Audi Q7 hace sus últimos kilómetros de pruebas antes de entrar en fase previa a su lanzamiento, ya comienza a jugarse su futuro desde las aplicaciones tecnológicas que podría incorporar.
Inclusive anticipa lo que seguramente será la versión más deportiva del modelo, el SQ7, que necesitará un motor potente, dinámico, pero económico y con bajas emisiones a la vez.
Menudo conflicto de intereses que un naftero de última generación no podrá solucionar, pero que un turbodiesel podía intentar…
Especialmente, si pensamos en la rápida sucesión de acontecimientos que lo propusieron como la opción ideal.
En principio, la renuncia a la utilización de un turbo movido por los gases de escape en el motor V6/ 4.0 litros/ TDI del R18 versión 2014 para Le Mans, a favor del uso de un turbo eléctrico.

Luego, aprovechando la celebración de los 25 años de los motores TDI de la marca, cuando se presentó idéntica solución en el auto-homenaje para la ocasión: el Audi RS5 TDI Concept.
Los resultados no pudieron haber sido más halagüeños, los R18 e-tron quattro TDI híbridos lograron el 1-2 en las 24 Horas de Le Mans, consumiendo un 22% menos de combustible que cuando ganaron en 2013 y a más de 215 km/h de promedio y el RS 5 TDI Concept mejoró en 5/10 el 0-100 de su par naftero, aceleró en 16s de 0 a 200 km/h, con emisiones de 140 gr/km de CO2 y un rendimiento promedio de casi 19 km/litro…

El esquema biturbo, con uno eléctrico para bajas y medias revoluciones y otro convencional para trabajar desde mediano rango hasta altas rpm, hace que el primero no manifieste el clásico retardo (lag) ya que su auxilio eléctrico logra que en centésimas de segundo el turbo acelere hasta 70.000 rpm, brindando la potencia requerida poco menos que al instante…
A pesar de la gran evolución de los motores nafteros, los consumos acotados y las bajas emisiones, proponen el rumbo del desarrollo de los motores modernos y alternativas como esta no hacen más que confirmar que los TDI de última generación llevan la delantera.