El Viper nació con la ambición de competir contra Mustang y Corvette en América del Norte, intento que lo calificó como un deportivo superior, especialmente, a partir de un motor V10 de 8.4 litros (640 CV y 81,6 kgm de torque) y una impactante y agresiva estética.
Concepto que refirmó en competición en su etapa original, cuando nació siendo Dodge, e inclusive lo hizo cuando la división SRT (Street&Racing Technology) se convirtió en marca para asimilarlo como su primer modelo.
Sin embargo, esta última gestión no fue todo lo exitosa que se suponía en el plano comercial, a tal punto que en los últimos seis meses, SRT vendió poco más de 350 Viper en EE.UU y unos 70 en Canadá, únicos dos mercados donde el modelo se comercializa.
Esta baja performance obligó al grupo FCA (Fiat Chrysler Auto) a suspender temporalmente su fabricación por exceso de stock de producto (en marzo había unos 750 Viper estoqueados, lo que equivalía a unos 400 días de producción).

A partir de lo cual, los hechos se sucedieron rápidamente; en su proceso de reorganización del grupo, se decidió terminar con SRT como marca, devolviéndola a su función original como división de alta-performance de la parte americana del grupo y que sea Dodge, como ocurriera al principio, la encargada de hacerse cargo de Viper, junto con la luz verde para que el deportivo se vuelva a fabricar con su logotipo.
Para el próximo Salón de Los Angeles se oficializará la reconversión que, entre otros detalles, promete un restyling, un aumento en la potencia del monstruoso V10 (se habla de 700 CV…) y también una caja A8 para alternar con la M6 actual.