Una veintena de años atrás hubiese sido casi un sacrilegio: una Maserati impulsada por motores diesel.
Sin embargo, hoy, la alternativa pasó casi desapercibida y sin grandes traumas.
El parque más moderno de vehículos de turismo europeo, ya está compuesto, en más de un 50 %, por motorizaciones diesel y nadie se rasgó las vestiduras, ni cosa parecida, sin embargo, Maserati…
Una marca legendaria, centenaria y que, junto a Isotta Fraschini, Lancia, el origen italiano de Ettore Bugatti y otros, fue motivo de legítimo orgullo peninsular, aún antes del boom Ferrari.

Más, teniendo en cuenta la estirpe deportiva de Maserati que, con varios modelos de pre y posguerra comenzó a mostrar sus grandes posibilidades, que llegarían a uno de sus puntos más altos con la conquista del Campeonato Mundial de Pilotos en 1957 con los inolvidables Fangio y la 250F y poco después, con la extraordinaria Birdcage Sport y sus distintas versiones. Además, la marca del tridente, fue una de las más caracterizadas en el ámbito de los GT con los impresionantes 3500 GT y 5000 GT, todos deportivos de raza cuando el segmento era tan exquisito como elitista.
Sin embargo, los tiempos cambiaron.

Los diesel de hoy no son lo mismo que los de antes y las marcas –sobre todo en Europa- adoptaron una tecnología diesel más eficiente, que le ha dado nueva vida al motor de combustión interna alimentado por derivados del petróleo.
Si Maserati quería competir contra las grandes marcas alemanas Premium como parte de un reposicionamiento general de todo el grupo Fiat-Chrysler, debía tener un diesel…y lo tuvo.
Basado en el nuevo Quattroporte, pero más pequeño y deportivo, la nueva berlina Ghibli apeló a un nombre histórico para presentar tres motorizaciones V6/3.0, dos nafteras de 330 y 404 CV y una, crucial para Europa, turbodiesel de 272 CV.

No obstante, comparado con los rivales germanos, que rondan los 300 CV, este parece un déficit poco menos que insalvable.
Aunque el nuevo Maserati Ghibli hace gala de un impecable comportamiento, que le hace honor a su histórica tradición en materia de chasis y suspensiones y, según los primeros informes de medios especializados, “con una distribución de pesos de 50 y 50 responde mejor a los cambios de dirección que sus rivales y el torque justo del motor brinda una correcta respuesta a los intentos por desacomodarse en superficies resbaladizas. Sin embargo, la dirección es algo pesada y poco comunicativa en relación a las alternativas eléctricas”.
Respecto al comportamiento del motor, propiamente dicho, “el torque de 45 kgm del V6 monoturbo le brinda una performance espirituosa (sic.) de 0 a 100 km/h en 6s3/10 pero, en relación a sus rivales biturbo, es un segundo más lento y no tan rendidor en consumo”.

Un balance interesante si tenemos en cuenta que el turbodiesel V6 de VM Motori de la Ghibli, es solo una primera etapa en “la dieselización de Maserati”, anticipando la llegada en una par de años de un nuevo V6 biturbo que tendrá opciones de 275 y también 350 CV.
Y mientras eso sucede, los motores nafteros de Maserati, convencen de lo que es capaz una marca legendaria que intenta reposicionarse con sus mejores argumentos presentes y un primer intento por un diesel que, al menos, la hacen coherente y sobre todo, confiable.
A punto de cumplir su 100º aniversario, era lo menos que podía esperarse de Maserati.