La reelección de Barack Obama para un segundo período a cargo del gobierno en los EE.UU, provocará, entre otras cosas, que una serie de medidas que ya tenía encarada la administración demócrata, tengan una continuidad que podría asegurar su establecimiento, al menos, algunas de ellas.
Con cuatro años de gobierno por delante, una de las más importantes a ser atendida, es la referida a la reducción de los consumos promedios de los autos vendidos en todo el territorio de los EE.UU.

Un tema bastante álgido a partir del espíritu conservador de la gran mayoría de los usuarios y un parque basado en motores de alta cilindrada que se renueva constantemente, al margen de diversos intentos con mayor o menor éxito (han proliferado varios modelos europeos, así como se nota un cierto crecimiento de diesel, híbridos y eléctricos).
La administración Obama mantiene como objetivo que para 2025 los autos que se vendan en EE.UU tengan un rendimiento de 23 km/litro, un registro por demás ambicioso que, sin embargo, cuenta con el beneplácito de las fábricas, aunque, no con la aprobación de los concesionarios, más preocupados con el probable aumento que este objetivo puede generar sobre el costo final de los vehículos.

También será una tarea para la renovada administración, aclarar la normativa y la manera de medir consumos y emisiones, a propósito del escándalo de Hyundai y Kia, que falsearon sus números durante los últimos dos años (tema que tratamos en este sitio algunos días atrás).
Además, el gobierno demócrata promoverá mayores ayudas para la compra de vehículos eléctricos, llegando en algunos casos, hasta con increíbles u$s 10.000!!!, lo que ayudaría a lograr un objetivo de ventas de 1.000.000 de unidades para 2015.

Otro de los objetivos que podría reflotarse será la ayuda a tecnologías alternativas de carácter “verde”, que hace alrededor de un año que está parada tras la quiebra de algunas compañías subvencionadas por el estado.
El equipo de Obama plantea la instalación de cámaras de video en todos los vehículos, a modo de “caja negra” aeronáutica, que sería obligatorio desde 2015.

Aunque en este caso, los sondeos indican que los usuarios no están en su mayoría de acuerdo, básicamente, por cuestiones de costos y de la preservación de la intimidad. Además, en caso de que se aprobara su instalación, todavía restaría definir de que manera las compañías de seguros y las autoridades respectivas podrían hacerse de las mismas para acceder a la información.