Opinión SUPER TC2000

PAN Y CIRCO, RECARGADOS

15/10/2012. Con una doble opción noche-día en el inapropiado callejero de Santa Fe, la categoría fue más allá en su errático deambular. A todo lo actuado, le sumó una nueva aberración deportiva: ¡largadas en fila india?!!!


Creí que con lo apuntado en ocasión de mi columna de opinión sobre la prueba de San Martín, en Mendoza (el pasado 11 de septiembre), había cubierto todas las posibilidades en cuanto a acciones poco deportivas (por llamarlas de alguna forma) que el Super TC2000 había implementado en sus presentaciones.
Allí citaba los super 8, 16 y 24, el lastre, las carreras nocturnas, la inversión de las grillas de largada, las pruebas de larga duración, con dos pilotos, con cambios de gomas y repostaje de combustible, etc, etc.
En aquella ocasión, la categoría –según mi criterio- había colmado la medida atentando contra la quintaesencia del automovilismo deportivo al no coronar al autor de la vuelta más veloz en clasificación, lo que se dice, un verdadero despropósito.
Sin embargo, lo actuado en la presentación en el callejero de Santa Fé, superó mi capacidad de perspectiva y asombro.
Luego de intentar un golpe de efecto marketinero en el óvalo de Rafaela cuando, en un amague de ensayo, algunos autos de la categoría orillaron los 300 km/h (demostrando, por si hiciera falta, que con 400 y pico de CV la cifra ni siquiera era una utopía), el STC2000 se encerró en el callejero santafesino, entre bloques de cemento, con una pista demasiado estrecha para las dimensiones que propone el parque de la categoría y donde, en una de sus curvas, la velocidad de paso no superaba los 40 km/h!!!. Yo me pregunto, ¿hizo falta aquello?, ¿hacía falta esto?.

La carrera del sábado fue el colmo del aburrimiento.

Evidentemente, el afán por la búsqueda de espectáculo pudo, una vez más, que cualquier amague de criterio.
Sin embargo, la especialidad fue más allá. Alguna vez ya tentó lo popular anteponiéndolo a lo deportivo (carrera alrededor del Obelisco) y según su particular sistema de “medición” el resultado fue exitosísimo.
En la doble jornada de Santa Fé, el éxito estaba asegurado por la misma receta, la convocatoria era “llevarle el automovilismo a la puerta de la casa de la gente”, pero había que estar muy atentos por las características del circuito (ya lo dijimos, angosto, encajonado y con tramos muy lentos).
Entonces, en un insólito intento por separar los autos en las largadas para evitar golpes, roces y encontronazos, la solución provino de una nueva aberración deportiva: largadas en fila india con los autos en movimiento. Casi como si fuera una neutralización o como cuando los libera el auto de seguridad, o como cuando salen de los boxes, o como cuando termina la carrera y transitan la vuelta de honor…
Como el lector mas o menos avisado supone, esto no evitó los inconvenientes, con el agravante de que, en el mejor de de los casos, este formato de largada, poco menos que sentenciaba el resultado de ambas carreras (la nocturna del sábado y la del domingo a mediodía). ¿O alguien esperaba otra cosa con autos iguales, largando de a uno y en un trazado donde es casi imposible la superación? Salvo inconvenientes mecánicos, errores o desastres naturales, nada podía alterar, ni modificar, el orden de partida.

El domingo, solo el choque y la suspensión, alteraron el orden

Sin embargo, esta novela tuvo un capítulo todavía más bochornoso. Fue cuando, en la manga del domingo, precisamente en esa horquilla de menos de 40, se rozaron dos autos (Llaver y Riva) y uno de ellos quedó de contramano clausurando el lugar de paso. En instantes se agolparon todos los autos y aún antes de que saliera la bandera roja de suspensión de la carrera, fueron los protagonistas los que lo hicieron.
Luego de reiniciada la misma, hubieron varios roces más, sendas apariciones del auto de seguridad y un final anunciado que, según creo, fue lo más coherente que sucedió en el agitado y lamentable fin de semana santafesino: la carrera terminó a paso de hombre, con todos los autos encolumnados de a uno detrás del auto de seguridad, tal cual habían largado…
Los relatores de turno celebrando el retorno al triunfo de Peugeot en la carrera sabatina, y la vuelta de Toyota a la victoria el domingo (cuando en realidad todos los autos son iguales, solo las cáscaras los diferencian, y a ninguno se le cae ni un tornillo de “identidad tecnológica”). Y con los comentarios mas jugosos apuntados a los más variados temas: “ojo con los frenos”, repetido hasta el cansancio; “…que rápido que vienen, parece que tienen Arnet turbo”, un formato distinto para los chivos; “…y ahora nos vamos al recital de Los Gitanos”, como para continuar el show y la congratulación por “los 100 años de la Cervecería Santa Fé”, toda una institución.
La jornada del sábado se cerró con aburrimiento y la del domingo entregó la suspensión de la carrera de la F.Renault por golpes varios y varios autos rotos, corroborando lo inapropiado de la elección del circuito.

Demasiado fuerte para mi gusto, aunque usted puede no pensar como yo, se lo concedo. Quizás lo vio por televisión y lo disfrutó ó estuvo entre esas 50 ó 60.000 almas que fueron a vibrar con el paso de los autos pegados a los alambrados y que fue, por lejos, lo más genuino de la jornada. Es más, celebro y aplaudo que haya vuelto a su casa habiendo disfrutado como nunca y plenamente satisfecho por el espectáculo vivido, pero convengamos que no estamos hablando de lo mismo, yo, simplemente, hablo y opino de automovilismo.

R.D.

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