Opinión
SUPER TC2000
SI MIGUEL LO VIERA…
11/09/2012. En su última presentación en el circuito de San Martin, Mendoza, la categoría acentuó su confusión con un complicado formato de carrera.
Una treintena de años atrás, Miguel DeGuidi, a mi leal saber y entender uno de los mejores pilotos-dirigentes que tuvo nuestro país –curiosa raza de carismáticos pilotos metidos a dirigir por falta o ineptitud de los que debieran ser los responsables- se devanaba los sesos con la alternativa que planteaba el formato de las carreras de la por entonces F-2 Nacional (la cual comandaba) con dos series por suma de tiempos. Si bien lo convencía el hecho de brindarle al público dos largadas, en lo que suponía ser una especie de “reagrupamiento” de una categoría con notorias diferencias de performance entre algunos autos, no dejaba de preguntarse quien de ese mismo público podía hacer las cuentas que proponía la suma de tiempos para conocer las posiciones de la carrera. Según entendí, Miguel se llevó su duda a la tumba…
Sin embargo, horas atrás, el pomposo Super TC2000, le hizo un literal corte de manga al conocimiento popular con una propuesta que, en aras del bendito espectáculo, agregó desorientación y más confusión al público. Todo comenzó el sábado con un formato clasificatorio denominado Super 24 (versión magnificada de los Super 8 y Super16 ya puestos en escena durante el año) que propuso enfrentamientos de parejas de competidores con tinte eliminatorio para ordenar la grilla de largada para el domingo. Con esta alternativa, al no haber clasificación habitual, la jornada selectiva se convirtió en un sábado sin poleman. Desterrando una práctica natural de las carreras y que, más aún, es poco menos que la quintaesencia del automovilismo deportivo: la lucha de pilotos y autos por ver quien es el más veloz. Esto es, quien es el mejor a una vuelta, la mayor expresión deportiva de las actividades mecánicas. La gran foto en el diario del domingo, precisamente, el más leído de la semana. Si DeGuidi reviviera…se volvería a morir.
Pues bien, el Super TC2000, no contento con esto, ideó otra alternativa sin sentido más allá del mero hecho de la búsqueda de espectáculo, que propuso un cambio de neumáticos, con la obligatoriedad reglamentaria de que se utilizaran dos tipos de compuestos en la acción: por un lado los usados habitualmente por la categoría (duros) y por el otro los que usualmente emplea el Top Race (blandos). Como era indistinto el momento de utilización, en carrera la pista fue compartida por vehículos equipados con diferentes compuestos con la lógica diferencia de performance y el desconcierto de un público desavisado del momento de cada elección. Es cierto, la F.1 lo hace, pero no es menos cierto que ese es uno de los temas más urticantes y criticados a nivel internacional que tiene la máxima categoría mundial. EL Super TC2000 intentó todo para satisfacer al público y darle calor y color a una especialidad que sigue siendo fría, insensible e incomprensible para el entendido. Castigó con lastres, invirtió las grillas de largada, corrió por las calles, de día y de noche, de largo aliento, con dos pilotos, atacó records de velocidad sin sentido y apostó por un espectáculo cada vez más alejado de la esencia de este maravilloso deporte.
Irónicamente, en un planteo que además intenta ser tan prolijo como profesional, la tortilla se les dio vuelta. En las últimas cuatro carreras, el triunfo fue para un solo piloto –José María López- que ya está puntero en el campeonato a bordo de un auto presentado por un equipo particular –el PSG16- frente a nutrida presencia oficial. Para colmo, la “silueta” del Ford Focus que conduce (no se puede llamar de otra manera a vehículos con idéntica mecánica y carrocerías diferentes), responde a la presencia añorada de la marca Ford, que se retiró en forma oficial el año pasado y que la categoría y sus periféricos tratan de no destacar. En resumen, las aspiraciones del Super TC2000 por ser la mejor categoría y a la vez la más popular, quizás puedan ser satisfechas, pero creo que no van por buen camino, al menos, no están yendo por el camino de ese automovilismo que tan bien conocía y practicaba Miguel DeGuidi.
R.D.